EL ANGELITO
-Vean, no más, lo que ha pasado en la casa de don Pascual, ese que hace parir a su mujer cada año una guagüita, ¡son bonitos los chicos, churones, chuitos y algunos ojiverdes! ¿Qué también será de hacer para tener esos muchachos tan lindos? ¿Qué también será de hacer? A la mamá le ayudan a acarrear el agua, a dar de comer las gallinas, a espantar el gavilán para que no se lleve los pollitos.
A Juvenal el único varón de don Pascual y de doña Manuela, le dio el sarampión, después de tres días ardiendo en fiebre y delirando no hubo poder humano que haga que le brote el grano porque se le había “metido para dentro”.
Y eso es bien grave. Ni la ropa colorada con la que lo vistieron para que espante el mal, ni el agua de perlilla, ni las flotaciones calientes de aguardiente alcanforado después de la ortigada con chine de caballo, pudieron arrancarle el mal.
-No sé si fue “mal hecho” o que también sería, porque no hubo poder humano que lo cure y nada fue nada… se murió, ¡mamitico! un mes le faltaba para cumplir los siete añitos.
Doña Ashuca la marcanmama de la criatura, que es de teneres y muy agenciosa, ella misma se encargó de mandar a comprar la cajita blanca, trajo azucenas, velas y telas blancas para componer el cuarto en donde se iba a velar el angelito, también lo vistió de blanco y lo peinó a su ahijado y lo acomodó sobre una mesa para que lo vean los parientes y vecinos que traerán presentes al angelito.
-Dios se lo pague comadre Ashuquita, el angelito desde el cielo se lo ha de pagar.
-¿De qué pues comadrita?, ¿De qué? Nadie diga que tiene hijo varón hasta que no pase viruela y sarampión. ¡Qué pena de la guagua! ¡Qué pena! Pero, bueno, tenemos un angelito que nos ha de hacer pasar este dolor.
-Comadrita los vecinos de al lado ya están aquí, harta plata han de traer para hacerse presentes porque recién vendieron dos yuntas en la feria. Ya no llore comadre, ya no llore. La platita de la reverencia que los vecinos hacen al angelito es una buena ayuda y verá, verá no más que van a recibir más de los que ustedes han gastado en este muchachito.
-Vecina aquí le traemos la gallina colorada, la ponedora para el caldito de la madrugada, aquí le traemos.
-El Filemón y yo trajimos pancito y queso para festejar al angelito.
Doña Manuelita yo también tengo un angelito en el cielo, allí en la mesa pusimos una platita para que se ayude alguito mismo.
A media noche ya todos los vecinos han llegado al acompañamiento, trayendo arroz, atún, sardina, aguardiente, pan, queso, gallinas…
Y en el calor de uno y otro trago la conversa va siendo más y más animada:
-Que educadito que era Juvenal, angelito bendito destinado estaba para el cielo, sin pecado mortal y con el alma blanquita...
-Siempre que bajaba a traer agua, se apeaba del burro para saludar, Ese era Juvenalito, tan parecido a Don Pascual…
-¡Viva el angelito!
-¡¡¡Que viva!!!
-¡Que bailen los taititos de la guagua! Y también los padrinos.
-¡Que viva el angelito!, ¡Que viva!, bailemos todos con gusto…! ¡Que viva el angelito!, hay que pisar duro y bailar bastante para que las puertas del cielo se abran de par en par y entre el angelito.
Zoila Isabel Loyola Román
ziloyola@utpl.edu.ec
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