Del agua de la vida de los buenos señores del alma ofendida suplico beber sólo un poco en esa fuente de salud.

Cuánto deseo ver y poder decir que veo cuando el agua me cure por dentro el mal que tengo.

Después podré entonces volver a amar y a sentir que el amor es verdad, que el amor es una gracia que nos dieron al nacer y que cómo otros muchos que la recibieron me dediqué un día a perder.

Cuanta más vida le dé a la persona que amo, más solidez en mi existirá, los cimientos se harán más fuertes y si con eso no soy capaz de dar todo lo que soy, volveré a probar de nuevo el agua de la vida, porque dejar a un lado el don del amor no es misión del ser humano, sino de aquél que me provocó dentro de mi ser para que odiara y no amara, para que me apartara y no quisiera seguir por ese digno camino del buen hacer cómo amigo.

Todo lo que somos fué dado por amor y lo único que se nos pidió es repartirlo con los demás.

Quién lo haga se verá beneficiado, no sólo con un amor tal vez igual, sino también con una satisfacción grande de que tiene el poder de emitirlo y los demás de recibirlo.

Saber amar no está en la conciencia de nadie, sino que viene implícito en cada uno de nosotros, amar es instantáneo, la mente no piensa, nuestro ser actua de una manera inconsciente.

Pero cuando la mente piensa el corazón se para y sólo ama de forma falsa, "te amo por conveniencia, no porque te ame de verdad".

Esa es la forma en que a veces vemos el amor sin darnos cuenta de que el daño que hacemos es tan grande que incluso nosotros nos mentimos a sí mismos para no ver al monstruo que hemos creado y dejado suelto, a ése nuestro gran error.

Importante: La solución a los problemas del corazón no es crear sólo amor, es generar una fuente tan grande en éste que no se pueda jamás secar.

Basado en mi propio estudio personal sobre el amor y el error de no saber amar a veces de verdad.

Escrito por Carlos Them.

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