Se levanto con el Alba, se dirigió al baño se cambio su ropa recogió su pelo, al dirigirse a la cocina se detuvo frente a la habitación vacía, se había levantado temprano de pura costumbre, esa costumbre que se queda a vivir justo detrás de la puerta, se quedo igual que los recuerdos perfumados de naranjos, limoneros, oliendo a hierba buena, así era su vida costumbre y recuerdo.
Se desayuno como siempre una tortilla, queso seco, y una taza de café, se sentó en el corredor a ver como el sol regresaba al llano.
La casa era de madera, tenia una amplia cocina en el centro una estufa alimentada por leña, en la cual se hervía el agua para chorrear el café para los peones que pronto llegarían a desayunar, Maria, y Guadalupe se habían levantado y preparaban las tortillas, el gallo pinto, las cuajadas, y los huevos pateados con mucha cebolla y perejil, el olor llenaba la casa, ese olor a Café recién chorreado, a hierba buena, perejil, ajo, era como un festival al cual todos estaban invitados para alegrar la vieja cocina donde tres generaciones habían crecido. Se escucho el grito de los sabaneros que llegaban, estaba. Ángel apareció en la cocina ya estaba listo para tomar su desayuno, saludo a las mujeres toco la barriga de Maria grande redonda, era su tercer embarazo y seguro seria hombre tenia ya dos mujercita, él estaba vuelto loco con la idea de tener un varón; tomo un jarro con café y camino así el corral saludo a todos los peones, y se inicio la faena unos ordeñaban las mas de 50 vacas, luego en grande barriles se almacenaban la leche una parte se vendería en el pueblo antes de las 8 de la mañana, lo restante estaba destinado a la producción de quesos, siempre había mucho trabajo, era la época de recolección de arroz, maíz, y millo.
El verano ya estaba en la puerta cualquier ganadero de la región se preocuparía
Pero él no, el río cruzaba la finca así que se tendría pasto fresco para el ganado.
Se sentía feliz la tierra era generosa, la lluvia le había bendecido con una buena cosecha, el hato se multiplicaba las vacas no cesaban de parir, y pronto su tercer hijo nacería, el grito de un peón lo saco de sus pensamientos, una de las vacas se alejo del rebaño, era la vaquilla enferma que se tenia que curar de los gusanos que se alojaban en su cuerpo, la maldita placa esto le preocupaba, subió al caballo y junto al muchacho se enrumbo al llano para lazar al animal que en un intento de aliviar el dolor se lanzaba a la huida, después de un rato de cabalgar logro lazar a la vaquilla, la tiro al suelo doblegando la fuerza animal, atando sus patas, le curo la gusanera extrayendo uno a uno los inquilinos No deseados una vez vaciada la morada, vacío sobre la herida la carbolina para que esta no se fuera a infectar luego saco de la alforja una jeringa deposita él liquido, introdujo la aguja en el cuerpo del pobre animal que yacía en suelo impotente pero aliviado.
Regreso a la casa cuando los peones tomaban el desayuno bajo la enramada, otros en los naranjos en flor. Entro a la cocina y su desayuno ya estaba dispuesto en la mesa huevos revuelto con mucha cebolla, tortilla, gallo pinto, y una humeante taza de café.
Se despidió de la mujer y sus hijas estaría fuera tres días, las otras mujeres y negocios requerían del, ella lo sabia y lo callaba era una forma de vida y lo había aceptado así en silencio sin una queja después de todo siempre volvía a ella.
Quieta miraba a los lejos, los pocos coyolares que quedaban, los naranjos y limoneros que en un intento de supervivencia o de coraje se mantenían en pie, el paisaje era desolador, el río corría débil de un color verde, enfermo, la tierra agrietada seca, estéril a los lejos unas cuantas vacas buscaban algo de pasto, el corral lucia derruido, habría que levantar la cerca de nuevo estaba en el suelo todo se caía a su alrededor solo el roble seguía imponente desafiando al tiempo. Se levanto con lentitud regreso a la cocina dejo la taza en el lava traste calzo sus pies con las viejas sandalias de cuero, tomo el viejo paraguas, cerro la puerta tras de sí, camino hasta el jardín que era único que le quedaba corto un buen ramo de rosas las ato y se dirigió en silencio al campo era su aniversario.
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