Durante algunos segundos... tus instintos le ganan a lo externamente establecido en tu interior y resurgen, vuelan libremente. Pero no se organizan ni se arman para fortalecerse ante las ridiculizadoras flechas de vergüenza lanzadas por lo establecido. Es que a ellos no les hacen nada más que cosquillas y causarles una tremenda risa... Tan, tan tremenda es la risa que terminan de reirse con tanto sueño que se duermen, cansados por la risa y las cosquillas. Felices, solo por ser ellos, por ser genuinos, por ser reales, por ser (aunque intocables) humanos.
En ese momento, con siniestra dulzura y conservadora cautela lo establecido los lleva a dormir por otro largo tiempo.
Esto es lo que por algunos segundos puede verse en tus ojos, por momentos vivos y brillantes; cotidianamente dormidos, dulcemente arropados...