No puede la piel hilarse,
no puede, sin más, tejer sus brazos
contra el cuello, no puede
la piel,
ni la menta crear
en mi pecho soluciones,
cánticos, misceláneas obligaciones
a la hora de la cena, no
puede generar panfletos de
campaña política, no
puede escribir con los
dedos un cartón rallado,
no podemos seguir el grito con
el cuello en banda con la
piel descremada, con el
corazón optimista cantando.
Tú, recuerda que no puedes
siquiera mirar el rastro del
cielo entre la luna, el
sol, la primavera de Praga,
el círculo de Viena se desnuda
como una petición de guerra, y la
batalla contra los masones
que miran el profundo color de mis
ojos, la lucha contra el amante
por encontrar la libertad de acracia
indirecta, no puede
usted encender la vela
de la vida con los ojos cerrados:
se puede quemar, degenerará su voz en
sacrílega, blasfema, injusta
alegría.
Hagame el favor de sepultar su
sexo en las ruinas de mi
felicidad favorita,
por favor siéntese en mis piernas,
ronronee a su haber todas
las lápidas de un cementerio cualquiera,
de todos modos no podremos salir adelante,
¿o te olvidas que a nosotros nos pidieron
que nos escondiésemos bajo el
manto de la sensualidad venidera?
Como a las niñitas, aprendimos a separar
las piernas demasiado tarde, cuando
el violador había descascarado
nuestras turgentes primaveras,
cuando el arte de coger ya
era místico reencuentro de
flatulencias, de brazos moribundos,
cuando el sentarme en posición
fecunda no era más que aprender
a parir, cuando mis piernas
sonrosadas, recibieron tu alma como
un grito gutural de sublime avaricia.
Fue pecado, terrible el hecho de no
poder valernos de nosotros mismos,
pretérito el acontecer milenario,
el seductor aguardiente de la
colmena frugal, aprendimos a
no poder,
no podíamos, y a nosotros nos molesta
ver que puedes, que a mi me cuesta
lamerte las manos, que a nosotros nos
cuesta desfilar por las tablas mientras
alguien se masturba pensando en tu nombre,
mientras una chiquilla loca toca su
cuerpo sedado con las ropas
pálidas del recuerdo, del que no te ama,
del que no te quiere, del que nunca será
más que tu objeto de
tocaciones en la parte baja del vientre,
donde llegará cualquiera, pero seguiremos
enojados: recuerda que tu perfección
nos da rabia, que el hecho de que
tú sepas más para mi es aberrante.
Yo miro a la luna con las patas en el verte_
|dero
y el corazón latiendo a full con las
canciones del momento, con la entrepierna
humedita para salir a trotarte el cuerpo.
No podemos, ¿a quién le importa poder?
el modus vivendi nos ha dejado vivir
con la sonrisa mode on, con
los calzones de maraca pegados
en el culito de mujer flacucha, porque ahora
la gracia es que los hombres nos miren, y así poder,
así poder,
así poder, lentamente, poder,
y entonces, mujeres de cuerpo y tiempo
completo, tenemos el poder en las manos,
lo apretamos, nos embarazamos,
y los hombres infértiles nos creen tristes. |