Se asomó por la ventana de arriba, esa que estaba encima de la puerta color borgoña que quedaba justo en medio de la calle.

Se escondía tras las cortinas.

Miró a la derecha y vio a Pedro doblando la esquina, aproximándose hacia su casa.

Volteó a la izquierda y doblando la esquina estaba Sergio, dirigiéndose al mismo lugar.

La calle parecía mas corta de lo que era, y daba poco tiempo para tanto pensamiento, frunció el ceño, dió un pisotón y se juró que no volvería a jugar doble, mientras bajaba las escaleras movia la cabeza negativamente, la situación era insostenible y no sabía a cual elegir, era hora de decidirse.

Cuando los dos llegaron a su puerta antes de que alguno tocara el timbre, ella salió y solo les grito:

-Ya no los soporto, déjenme en paz, ¡me quedo con ninguno!

Azotó la puerta y regresó a su encierro.

Sergio y Pedro se miraron confundidos, con un ligero asombro fueron a sentarse a la acera.

El primero dijo mientras sacaba una cajetilla de cigarros:

-Hey, ¿fumas?

El segundo sacó un encendedor negro mientras estiraba la mano para tomar un cigarrillo:

-Si, de los mismos.