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RUFINO

Aquél día nos separaron, lo recuerdo clarito. Apenas había terminado de comer mis yucas fritas en manteca y empezaba a soplar una tacita de café de olla, cuando tocaron fuertemente mi puerta de calamina; y a mí me pareció que algo malo tenía que pasar porque amanecí soñando con cuchillos y candela roja, nada bueno es eso pues. Anduve pensándolo desde bien temprano y, mientras imaginaba cosas, de cuando en cuando me entraban unos escalofríos feísimos, de esos que me recuerdan a mi mamá, la pobre hasta miedo me daba; echadita en el camastro suda y suda una fiebre que ni con rezos quería dejarla, tiembla que te tiembla, como que se adueñaba de su cuerpo y le liberaba la mente aquella calentura; había que escuchar cada cosa que decía mi santa madre, ni la reconocía, tan sabia que ella era; y así, poquito a poco no quedó más remedio que ponérmela sobre los hombros y caminar un par de horas hasta llegar al pueblo, escuchándola quejarse, sacudirse, confundirme con su hermano Felipe, un desgracia'o que hace mucho se murió. Llegamos a la Posta y la señorita dijo que era fiebre amarilla, que tenia que dejarla pa’ que la observen unos días. La viejita no quería, renegaba, gritaba “Felipe, quédate a mi lado” "Felipe, llévame a mi tambo". Hasta el día siguiente aguantó, ahí nomás se quedó tranquila, tendida con la boca abierta, la pobrecita. Fueron días malos malos, tuve que enterrarla con ayuda del municipio, consiguiendo un poquito de caridad. Luego me la pasé penando en el tambo, de aquí para allá, extrañándola; aunque lograba olvidarme del dolor cuando iba de peón a cosechar el café o de cacería en las noches. Se la extraña mucho, son cuatro años de su partida donde la morada del Señor. Ahora estuviera aquí, queriendo socorrerme.

Pasaban sin sentirse los meses. Casi me acostumbré a verme solito, a conversarle novedades al espejito que cuelga del horcón, a jugar con las lagartijas que asomaban por entre la caña brava mientras cocinábame cualquier cosa, en la mala costumbre de limpiarme todas las tardes las uñas con la punta del machete, a juntar agüita fresca que caiga de las ramas más altas del guabo cuando llovía. A dormirme sin sueño con el sonar de los camiones, que sólo se oyen cuando la noche está quieta y cuando los búhos cambian de lugar pa’ dormir, mandándose a la loma, por ahí pues donde empieza el bosque. Vivía solo, pero no tan contento. Hasta que llegó ella. Mojadita y de mañanita. Parece que fue ayer mismito que retumbaba la calamita de la puerta, tenía apuro en entrar, ni me dijo su nombre, mas empujándome se hizo paso. Nos miramos largo rato.

- ¿Qué quieres aquí, chinita? ¿Te has perdido o te has dado a la fuga? – le dije.
- ¿Tienes agua caliente? – respondió.
- Aquí no hay nada, ni nadie. Menos pa’ gente forastera.
- Me llamo Nancy.
- Yo soy Rufino.

Tenía hambre, sed, frío, sueño. Traía una historia retorcida, un vestido viejo, unos pies con dedos largos y una bolsa de plástico. Sabía cocinar, lavar, jugar a los naipes y no era tan niña, ni tan mujer. Pensándolo bien, hasta hace poquito que me dijeron su edad. Pero al principio pa’ qué yo quería saber. De su historia fue de su padrastro que más me contó. La abusaba el desgracia’o, la mamá no se oponía; que vivía en la montaña, cerca a unas minas de piedra caliza, ya más no me dijo. Eso sí, quería trabajar, estaba ansiosa por juntar un dinerito pa’ mandarse a la costa, dizque pa’ estudiar. A mi me parece que ella quería olvidar o convertirse en otra china, quien sabe, seguir de fugada para siempre, sin rumbo fijo. Le ofrecí posada, le conté sobre mi mamita, sobre las lagartijas, le mostré una foto de cuando yo era un mocoso; ella parecía contenta. Le hablé de los búhos, también de mi creencia en los sueños, y lo raro que era que pa’ llegar a conocerla no había soñado nada; así que nada malo podía pasar, ¿no?

Día a día vivíamos bonito. La chinita cocinaba rico. Tenía costumbre de mirarme medio raro y ahí mismito se trepaba a mi espalda. Juguetona era. Alegrísima cuando yo le servía de mula. Con ella en el tambo podía irme todo el día a buscármelas por las chacras. Pero cada que salía tenía miedote de no encontrarla cuando vuelva. O que aparezca el desgracia’o de su padrastro y la medio mate a golpes. Menos mal que no pasó así. Al contrario, comenzamos a ser buena compañía, uno al lado del otro.

Lo he jurado hoy, ayer también y estos señores no quieren creerme. “Señorcito, cómo pues vas a decir que yo fui el de la idea”. Me defiendo y ellos: “Apura, caramba. Más te demoras, más te jodes”. “Patroncitos, se los juro por el alma de mi mamá, cómo ya voy a estar dañando a la Nancy, si somos amigos”. “¡Firma acá!”. “Eso si que no, yo no sé leer bien”, los rechazo cada que se proponen hacerle firmar esos papeles. Hoy los convencí pa’ que me traigan al cura, al menos con la justicia divina me libraré de estas calumnias. Si la idea salió de ella misma. Una noche la chinita me dijo que si yo había tenido mujer. No le mentí y respondí que nunca. Entonces se pasó a mi lado y me dijo que si yo quería ella podía darme un poco de calor. La verdad no entendí bien, una vez que se puso encima y principió a moverse como culebra tuve que apartarla, y como que se resintió. Luego le expliqué que no era justo para ella. “No me debes nada, Nancita”. Me respondió de cólera: “¡Tú no sabes nada!”. Entonces volví a recordar a mi viejita. Cada que le hablaba de cosas del amor, salía con que yo no soy hombre pa’ eso. Que no soy tan astuto como pa’ conquistar, que más bien era bueno para hallar problemas y que me quedara tranquilo hasta que Diosito mandara una compañera, si es que la mandaba. Y digo que la idea salió de la propia Nancy, porque ya de mañana me dijo que sabía en lo que iba a trabajar para juntar su plata. Yo no estuve de acuerdo, a su insistencia pues, todo sucedió por su porfía, por eso es que estamos como estamos.

“¿Y por qué carajo tienes una pizarrita de S/. 10 la tarifa, acá dentro?” “¿De dónde has sacado toda esta plata?” “¿Te estás aprovechando de ella, verdad?”. Llegaron hace cinco días: tres policías, un señor que le decían “doctor” pero que después me enteré que se llama Fiscal, entonces no es doctor de sanar gente como yo andaba creyendo. Hacía poquito que el Mariano se había largado pa' su parcela. La chinita vino hasta el guabo y me entregó las monedas. Siempre contenta, como lo vengo diciendo. Nunca sufría. “Falta poco para irme, Rufino. Guárdame todo, ¿ya?". Al final era su cuerpo y su decisión, cómo pues esperaban que yo la atajara. Los policías comenzaron a darme con el mazo de burro. Me tenían arrodillado y jodían con qué hablara. La Nancy lloraba y forcejeaba con el “doctor”, pedía que me suelten, que yo no la he obligado. Al final...,me da pena recordarlo, nos trajeron al pueblo, chorreando ambos, ella lágrimas y baba y yo sangre de la nariz. Debe extrañarme, y yo también sufro por estar lejos. ¿Ahora quién será su mula?

Dicen que si no viene el cura, igual me sentencian. Se ríen de mí porque piensan que me hago el cojudo. Me han mostrado papeles que dizque los han firmado el Pedro, el Mariano, Don Marcial, el caporal de los Rodríguez, Santos el que vende kerosene y otros tantos. Dicen que yo los invitaba a recibir “calor” en mi tambo. Malditos mentirosos, ellos solitos se invitaban, si hace rato que ya le habían echado ojo a la Nancy, acaso no me había dabo cuenta, acaso no me anduvieron pregunte y pregunte si era mi mujer. Tal vez la visitaban cuando me iba pa’l monte, metiéndole ideas y sabe Dios qué cosas más en la cabeza o en el cuerpo. Desgracia’os, si ellos mismos traían a más cholos. Se turnbaban afuera, mientras comían algo o fumaban su tabaco apestoso. ¿Qué me van a decir? Bien alegres que se largaban, cantando y todo. Ahora, sólo porque los jefes les dicen firmen, ellos firman, pendejos. Esa si es manera de hacer daño a un cristiano. ¿Qué se yo de rufianismo? ¿Cuándo me han hablado de rufianismo? Ni que fuera algún oficio. En mi vida me han dicho rufián, si yo me llamo Rufino. Rufino Salas Florián, pa’ servirle señor; nada de rufíán, no. Acaso por ese nombre me van a meter preso. Acaso ayudar al prójimo es delito, qué. ¿Quién se ha muerto? ¿Cuál es el escándalo? Cuál es la ley que prohíbe vivir solo, proteger a los forasteros. Como si no bastara con la pobreza para ser castigados en esta vida, pero ellos no entienden. La chinita sólo deseaba irse pa’ la costa. ¿Qué podía hacer, si ni mi familia es? El Fiscal dice que me darán ocho años como mínimo. Me amenaza. A ratos me lo repite como si esos años fueran regalos que voy a recibir y yo debo agradecerle todavía; entonces se le retuerce la boca, se ríe cogiéndose la panza, goza con sus “¡Rufino, rufián”, ”Rufinito, rufiancito. Habla de una vez, compadrito”. Soy inocente, patrón, le grito, sabiendo que el guardia me regalará un mazazo por la nuca. Rezaré pa’ que mañana no sea lo mismo que hoy, pa’ que se me aparezca mi mamita en mis sueños, ojalá me traiga un par de alas de arcángel, pa’ irme volando siquiera. Ojalá venga el padrecito y me dé una mano.

- ¿Has olido estos fierros? Huelen a sangre y manchan como barro, ¿no?
- Ya cállate, muchacho. Cuando estamos adentro ni un milagro nos saca. Duérmete mejor.
- Padre nuestro que estás en los cielos...
- Shhht!!.


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Código Penal del Perú
"Artículo 180.- Rufianismo
El que explota la ganancia obtenida por una persona que ejerce la prostitución será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de ocho años.
Si la víctima tiene entre catorce y menos de dieciocho años, la pena será no menor de seis ni mayor de diez años.
Si la víctima tiene menos de catorce años, o es cónyuge, conviviente, descendiente, hijo adoptivo, hijo de su cónyuge o de su conviviente o si está a su cuidado, la pena será no menor de ocho ni mayor de doce años."


Texto agregado el 17-11-2010, y leído por 167 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-02-2011 Qué manera de emocionarme este texto. Lo que cuenta de la madre,su soledad,su ignorancia,su humildad. ¿Como podía saber lo que ella hacía,si ni siquiera acepto nada de ella por ingenuo,por bueno o quizás por un poco tonto? La injusticia que se puede cometer con un ser es impresionante. Creo este texto debía ser leído por muchos... Escribes muy bien y así triste como es el fondo ,es atrapante. Te dejo mis estrellas****** Victoria 6236013
 
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