Tan claro a rehuir antes y ya no sé que es conformismo.
Lo palpo dentro y fuera, a izquierdas y del revés
y ahora sopeso reivindicar valores populares aprendidos.
Estoy segura, quizás, de que alguién nos los sopló al oido.
Me rio y suspiro carcajadas ante la incomprensión.
Amor, tentaciones, faena y visiones
se enturbian en un batido que absorbo a traguitos
que pican sin disimulo mi egoismo.
Vuelven los pies agrietados y la sensación del corazón ebrio.
Mujeres con maletin vestidas de sari,
familias que rodean mesas sin patas,
fondos de cuervos reclamando residuos,
tejanos de pitillo y pechos descubiertos,
vacas sagradas rumian plástico desnutrido,
sacos de arena derraman el cobijo militar,
calcetines calzan cholas customizadas
y playeras de iconos trasvestidos.
Dónde está el juicio,
el sentido del viaje será sentir los sentidos.
Sumo experiencias para vaciarlo,
saco pretextos para volverlos realidades.
Lo más cercano a un hindi por cuestionarios,
preguntas cortas de respuestas escuetas
que no permiten sudar a la lengua.
En cuestión de segundos cambia el caracter
y el estado de mis entrañas se torna pletórico.
Agradezco ser parte del alboroto
y desentreno los conductos del riego cerebral
dejando que los posos obstruyan el paso.
Emitiendo señales al músculo locomotor
para que organize a diestro y siniestro
el caos de la vida.
Se ensancha el orgullo al descifrar los gritos
que por los pasillos ofrecen misterios comestibles.
Me creo la ilusión de evolucionar en el viaje
y pasando de lo ilegible descifro apuntes que anoto.
Este tren atraviesa la ciudad y muestra rastros civiles.
Estoy en 2s class, billete que pago en virtud de hindi.
Los enredos de mi pelo, el polvo de las ropas y el gesto del saludo abre las puertas al asiento del conformismo.
Sonrio, oigo, callo y duermo. |