Ahora eres mi amo. Sólo te pido amor. Has decidido hacerte responsable de mí y me siento agradecido por tu determinación.

Existirá entre ambos un pacto secreto de confianza que jamás será quebrado de mi parte. Deberás comprenderme por algún tiempo. Acabo de separarme de mi madre y de mis hermanos. Me notarás desorientado, inquieto, y algunas noches me sentirás llorar. ¡Sí, los extraño! Compréndeme! Luego yo te comprenderé el resto de mis días. Seré tu mejor amigo. Entenderé tus cambios de humor, tus alegrías, tus días buenos y malos. Estaré acompañándote en tu soledad y tristeza y te trataré siempre con el mismo amor y la misma lealtad.

Lameré la mano con que me castigues, porque mi capacidad de perdonar es infinita. Pero no me castigues. Enséñame. Desconozco los detalles que puedan irritarte y deseo complacerte en todo. Que te sientas orgulloso de mí cuando me veas echado a tus pies. Cuando camine por la calle junto a ti como tu sombra más fiel. Quiero responder a ese ideal de perro que tanto anhelas. Seré el reflejo de tu modo de enseñarme. Ayúdame a no defraudarte.

Háblame, entiendo cada una de tus palabras, aunque no te conteste con el mismo idioma. Aprende a leer mis ojos y verás cuánto te comprendo.

Tal vez compartiremos muchas cosas por mucho más de diez años y el día que me vaya a vivir a una estrella, mira el cielo con frecuencia. Siempre te estaré mirando. Pero quiero pedirte algo: nunca dejes mi cucha vacía.

Ahora bien. No pensemos en ese día. Hazme una caricia y juguemos juntos. Tenemos muchos años para ser felices.

Cada separación de ti, es para mí un sufrimiento. Dame tiempo para comprender lo que quieres de mí. Infúndeme confianza. Vivo de ella.

Todo me resultará más fácil si estás junto a mí.