vino tres veces a buscarme. su madre había muerto no más de dos días atrás... ¿qué se le puede decir a un huérfano?... eso meditaba cuando mi amigo se presentó en la puerta de mi casa... ha muerto mi mamá, dijo. le miré a los ojos, noté como si un peso enorme estuviera sobre su espalda... quizá fuera su pesar, sus sentimientos, sus ilusiones rotas, qué mas... le dije algo así como que nadie es inmortal, pero, nada mas... me miró a los ojos y advertí que buscaban llorar... no lo hagas, no te quiebres, le dije... está bien - respondió - me voy, tengo que estar con ella, en su velorio... ¿vas?... le dije que no iba a velorios. está bien, respondió... me abrazó y se fue, dejando en mi alma un sentimiento extraño y negro...