LA CONDENA
Sin aviso previo, sentí un pelo en la boca, la reacción inmediata fue sacar la lengua, tomarla con los dedos en forma de pinza, apretarlos sobre esta y luego hundirla nuevamente, mirando ansioso a ver si había quedado atrapado el intruso.
Pero no, por mas que buscaba no estaba, tendría que repetir la operación mientras pensaba de donde vendría ese pelo; se me estaba cayendo y caminaba con pasos firmes a la temida calvicie?….o será un forastero , que por algún extraño camino llegó hasta mi paladar; si era así; de donde provenía, los pelos no vuelan, que comí? Que tomé? Que chupé? Era masculino o femenino, acá me detuve un instante, no da lo mismo, prefiero el pelo femenino sin lugar a dudas, mi masculinidad queda a salvo o menos comprometida que teniendo un pelo de otro hombre en mi boca, lo imagino sucio y repulsivo, mientras que el de mujer tratado con crema de enjuague para “rizos definidos” con un toque de aminoácidos probióticos capilatus GG y un 0,02% de aloe vera de selva virgen.
Después de repetir por duodécima ves el ciclo pinza , dedos , lengua entrante y saliente me di por vencido, necesitaba un espejo en forma urgente. En el baño, no pude evitar llevar a cabo una vez más el proceso, como si el hecho de estar frente al espejo bastara para que ahora si resultara mi intento de atraparlo, no fue así. Abrí la boca y saque la lengua y ahí estaba, justo en el medio, desafiante apuntando hacia la parte superior del paladar, manteniéndose extrañamente erguido. Ya con el objetivo en la mira y calculando meticulosamente los movimientos invertidos del espejo logre tomarlo, al hundir la lengua este se me resbalo quedándome con los dedos vacíos, en el segundo intento aumente la presión, al replegar la lengua la punzada que sentí me llevo a pegar un grito enorme, no existe dolor mayor que el inesperado, los ojos se me llenaron de lagrimas y lo peor de todo es que el pelo seguía ahí, desafiante y burlón en el medio de mi lengua.
Evalué las alternativas, en el tercer intento, presionaría violentamente y retiraría en forma brusca y repentina la lengua, además al saber el calvario que vendría lo esperaría cual macho ante le inminencia de una piña bien recibida. Mi grito se escucho en toda América, y ahí estaba, cual torre de castillo o mini cuerno de unicornio lingual.
Las pinzas de mi mujer, las que usaba para sacarse las cejas, opción violenta pero definitiva, no podía ganarme un simple pelo, la sola idea de llegar a un hospital, explicándole al medico clínico, que tenia un pelo, mostrándoselo, me venia una especie de ataque de pánico, la risa del facultativo, que solo amainaría al ver mi cara de odio, el cual seguramente pondría cara profesional, par de guantes , un algodoncito con lidocaina y pinzas quirúrgicas guerreras de mil operaciones mas dignas. Al fracasar mi último intento, ahí termine, sin contemplación, cayendo, en manos de un médico rural.
- Va a molestar un poco, pero es un segundo- anuncio con esa vocecita impostada de hombrecito superior.
El dolor fue indescriptible, millones de agujas clavadas en forma simultánea me explotaron en el cerebro, mi aullido desgarrador paralizó a la clínica, dos enfermeros y un guardia de seguridad irrumpieron a las corridas, descubriendo una escena insólita, la descripción de un combate, yo con la boca abierta, lengua afuera y el doctor con una pinza sujetando triunfal un pelo.
Sin necesidad de puntos ni parches, solo con un gusto marino a yodo abandoné el lugar, el médico pensando en la buena anécdota para la cerveza de la tarde con sus amigos y yo soñando con mi cama.
Desperté sobresaltado después de un sueño intranquilo sintiendo la molestia de la singular operación del día anterior, corriendo al baño miro con ansiosa contemplación la metamorfosis, justo ahí donde estaba el molesto intruso dos pelos erguidos se reían en mi cara.
|