En la ciudad de los sueños e ilusiones se notaba un cielo más azul, y unas nubes de color rosado que estaban muy cerca del jardín. En el se encontraban los gorriones que en la tierra habían dejado su existir, también había muchos caracoles, deslizando su cuerpo por allí.

En las ramas de árboles etéreos se paseaba una gorriona muy feliz, y cantando a los vientos celestiales se encontró con un hermoso caracol, con rayas marrones y amarillas y antenas para escuchar mejor, el trepaba atraído por su canto.

El caracol tenía sus problemas, es decir, problemas mentales. El sabía que era lento y al lado de una pajarita tan bonita, mas que caracol se sentía un gusano. Le encantaba oír a la gorrioncita cantar y sentado en una rama la escuchaba embebido. Ella lo había notado y le preguntaba si tenía favoritas. "Bueno" dijo el caracol avergonzado "es queeee, bueno, es que los caracoles no cantamos, lo que usted cante me gusta mucho, todas sus canciones son mis favoritas' y al decir ésto, el caracol escondió sus cuernecitos sonrojándose un poquito...y luego le preguntó ¿Gorrioncita, dígame, cómo se llama?

Ella no le prestó atención y siguió con su curiosidad.

- ¿Pero porque no canta usted? ¿No tiene boca acaso?

No entendía nada, ¿Porquél llevaba a cuestas esa casa? sus pasos no podían ser muy ligeros así, ella se compadeció de el porque se ponía rojo de vergüenza.

-Usted debe tener un corazón de oro, ¿y no tiene miedo que yo lo pique? (bueno, no se para que pregunto si está tan preocupado masticando hojas del árbol). ¡Don caracol! eyy! Usted tiene nombre? (no me contesta) ¿Será sordo?.

La gorrioncita se va ofendida a la punta del árbol y se pone a cantar, a veces desafina un poco, pero no importa.

De pronto unas grandes nubes negras venían amenazantes, salían chispitas de ellas, pronto lloverían gotitas de roció perfumado, las nubes rosas se hicieron a un costado asustadas, y se amontonaron todas juntas para protegerse entre ellas, la gorrioncita abría las alitas preparadas para darse una ducha, el caracol había comido tanto que se quedó dormido en una hoja.

-¡Caracol! despiértese que vienen las gotas y harán un gran charco; Él medio dormido comenzó arrastrarse camino al nido de la gorriona, que poniendo sus patas debajo del pecho se acomodó haciendo ruiditos con su garganta.

-Ahora que estamos juntitos, ¿Me puede decir como se llama? Porque yo, adivina no soy, ah de paso le digo que me llamo Plumita.

-¿Plumita? ¡Ah que nombre tan bonito! Bonito como su dueña- Comentó el caracol con un cierto rintintín picaresco -yo no sé cantar del todo ni nadie de mi familia, somos más bien silenciosos porque somos pensadores. A mi me gusta hacer versitos como éste por ejemplo:

Plumita pecho marrón
y su cantar inspirado
ya me afecta la razón
y me tiene atolondrado.

-No me lo va a creer, pero hay muchos bichitos, que creen que los caracoles, no tenemos corazón y que no tenemos sangre, lo que pasa es que es chiquito y nuestra sangre no es roja, mi corazón no es 'de oro', pero palpita con fuerza cuando ve a una gorrioncita. No creo que usted me pique porque se que usted si tiene su corazón grande y tierno, además....¿No somos ya amigos?-

Mientras decía todo esto, el caracol iba raspando su comida de unas hojas tiernas del árbol de marañón tan azucaradas. Con su barriga ya llena le empezó a dar algo de sueño bajó sus dos cuernecitos e iba a meterse en su casa para hacer la siesta cuando Plumita lo despertó avisándole del chaparrón que venía. Como ya estaba lloviznando aceptó la invitación y siguiendo a la gorrioncita, se metió bajo sus alas y luego le contestó:

-Por supuesto tengo nombre y me llamo Cuaco Babas, mi hermano se llama Puco y mi hermana menor Tunquita, mi padre es Lope Babas y mi madre Gumercinda Enriqueta Dolores del Alba y Sotomayor Illescas de Babas-

Plumita lo miró asombrada y con los ojos muy abiertos le dijo:

-¿Y por qué ese nombre de su mamá?-

-Vino de España- explicó Cuaco sonriendo.

_¡Jajaja! pero mire que es usted exagerado don Cuaco, no me diga que viene de la alta aristocracia, ¡¡Con ese nombre y apellido que tiene su mama!! No se porque, pero me cae usted muy simpático, esas antenas le quedan muy bien-dijo la gorriona parpadeando coqueta-¿Sabe que estaba pensando? que podríamos ir de aventuras a la tierra del ruiseñor don Roco, el es muy amigo mío y será un gusto conocerlo.




Continuará y concluirá en el 2do. capítulo.

Este Cuento está hecho junto con un compañero del taller literario donde asisto.