El tipo es silencioso. Pero no. Es como un río. Cuando tiene que armarte un escándalo, te lo arma. El tipo es más bien gris, más bien gordo y más bien una sombra más que cualquier otra cosa. Dice que le gusta el dinero o lo deja entender. Se considera un escéptico. De todo. De nada en particular. Lo único que existe es la guita, dice, la capacidad intelectual te la metés en el culo. Lo dirá por algo.
Lo cierto es que por las noches, cuando todos duermen, las ratas que viven la vida que él describe, obedientes del dinero y de sus patrones de voz en cuello, y los otros, los sonámbulos, los vagantes de la calle Corrientes, los búhos nocturnos de librerías trasnochadas y de tertulias de café donde se debate Lenin y Kant, cuando todos duermen, él se hace un huequito, privado, secreto, para espiar a Popper y la Biblia, a Darwin y Marx, discutiendo cada línea, cuestionando cada paso. Como si a ocultas afirmara, solapadamente, lo que niega cada día, dando un nuevo significado a su escéptico desprecio . |