PALOMA BLANCA
Ven, ven, paloma blanca,cerca está ya, el palomar.
Ven, tus hijitos, los palomos zurean
pues están cansados, de tanto esperar.
La paloma, con ojos llorosos,
tristes, un tanto asustada,con voz baja, débil, musitando,
me dice: “No puedo volar”.
Estaba, como todas las tardes, conversando,
en la copa de la encina, con otras aves, compañeras;
la alondra, la cigarra, la golondrina, unos
jilgueros y unos pardales, y como siempre,
la esbelta, tranquila Cigüeña, la que tiene en la torre su nido, sus cigüeños.
Estábamos conversando, de la altura
que alcancen, algunas compañeras. Su vuelo.
Que si el cuervo, puede remontarse a la altura
de 1,800 metros. Que si la golondrina, dos mil.
La grulla, dos mil quinientos, el búho, dos mil cuatrocientos.
De esta altura hasta cinco mil, están.
El pato y el cisne, el palomo, la perdiz de nieve,
la garza, el gavilán, el halcón, el milano, el águila.
Los que vuelan más alto, son el buitre, seis mil quinientos
y el cóndor, de nueve mil.
Todo esto lo trajo la cigüeña,que venia en un periódico, que encontró y lo tomó para su nido.
Otras veces hablamos de nuestras voces, nuestros cantos.
Que si la abeja, zumba, que si la alondra canta,que si la codorniz chilla, que si la paloma arrulla,que si la golondrina gorjea…
Hablamos del campo, de la comida, de las flores, del ganado.
Aquí debajo, en la otra encina, vemos , vacas, ovejas, cabras,
cerdos, gorrinos, caballos. De las huras salen ratoncitos del campo.
Tenemos todo el tiempo ocupado. Hablamos, ensayamos nuestros cantos,
nuestros vuelos… Al día siguiente comentamos.
Que si a unas les gusta los trigos, a otras el centeno, la cebada,
a otras las nueces, las bellotas, la fruta, los melones, las sandías y a las palomas, jilgueros y pardales,no les preguntes, por los higos y las brevas…
Ya no hay… acaban de comérselo dejando solo la cáscara.
Vamos, aunque no te lo creas, son más listas que el hambre.
Vamos, paloma blanca ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás triste, y
me dices que no puedes volar?
Un hombre, me ha dicho la cigüeña, que la vió,
estaba escondido, detrás de una Encina.
Al verme, entre tantas aves, apuntó y disparó,me hirió y no puedo volar.
El hombre alto, fuerte, vestido de cazador,
con su tirolés y su pluma. Ése fue, me dijo, la cigüeña, el que disparó.
Mi paloma estaba pensativa y me dijo, nunca con ninguna
y ningún compañero, he tenido problemas.
Nos respetamos, nos queremos, compartimos la comida,
el agua, la luz, el sol.
Cruzamos el mismo cielo, respetamos nuestros cielos,
nuestros nidos, nuestras costumbres.
Vamos y venimos, nos reproducimos,cumpliendo nuestros ciclos.
No llores, paloma mía. Ya lo sé.
Me dice la cigüeña, que los hombres, solamente,
atacan a traición, por deporte, por…
Conmigo, dice la cigüeña, no se atrevió.
Sabe, que si algo me hace y es a traición, soy especie
protegida, porque limpio los campos de malezas,de culebras, de insectos…
Contigo sí, porque eres la más sencilla, noble y bella.
Dile al cazador, que daño me ha hecho.
Yo paseo por los jardines, me dejo tocar por los niños,
subo a las catedrales, no tengo nada de hiel,
soy el símbolo de la paz y del bien.
Más de una vez, en mi pico llevo una rama de olivo,anunciando la paz…
Dile, que soy una paloma mensajera… Que en muchos casos, he servido
de enlace con mis mensajes, anidaron en mis patas.
Llevo anunciando el peligro, deseando la paz.
Pobre cazador. Yo te perdono… soy el símbolo de la paz y del bien.
No, tu dispara la escopeta, cargada de amor, de alegría, de humos…
Quita el traje de cazador y vístete con el traje del cariño,
el perdón, la comprensión…
Sé que esto no pega, pero tengo que sacar la moraleja.
Haz el bien, aunque no sepas a quien.
Salamanca día 24, de Septiembre 2010
Firmado: Julián López Santolino.
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