Antes de leer este cuento es importante tener estos costumbrismos colombianos presentes:
Descachalandrada = desarreglada…, Papayaso = oportunidad…, matarse el lomo= trabajar de forma inhumana…, calilla= tabaco envuelto con forma de cigarrillo…, orangután= persona de contextura muy grande…, diez mil pesos colombianos= cinco dólares.
Eran las 2 de la mañana, cuando broto esta historia, en medio del ensordecedor silencio típico en el centro de la incansable y somnolienta Bogotá, la cual era arrullada suavemente por la nublosa madrugada. Camilo buscada respuestas tratando de cocer su mirada en cada uno de los poste sembrados en las aceras, aquellos postes parecían gigantes reverenciando su zigzagueante paso hacia la nada. Demarcado por unas cuantas y reminiscentes estrellas. Camilo acaba de ver a su esposa de forma inimaginable, después de estar matándose el lomo todo el día, vendiendo plátanos en el mercado del 20 de julio al sur de la capital.
Este hasta donde recuerdo como su ángel de la guardia, es más o menos el inicio de este cuento que de cuento no tiene nada.
A eso de la media noche, Camilo cansado y desilusionado por su mala venta de aquel día, abrió la puerta de su pequeño hogar tratando de hallar paz, en medio de la guerra económica. Camino hacia el fondo del recinto anhelando ver su soñada francisca plácidamente dormida, pero después de escuchar unos ruidos inconclusos, el sueño se volvió realidad. Amargo por supuesto. Aquellos sonidos, parecían arrancar vestigios de amor a un desagradable pecado, sintió tormento en su alma y rogo, igual que emigrante mexicano en medio del desierto gringo por agua que todo fuera un mal entendido, pero el eco producido por la saciedad desenfrenada de su esposa, amplificado en las estrechas paredes de su descachalandrada casa le hicieron entender que la esperanza era poca. Y eso que poco era mucho.
Lleno de valor o de ignorancia la verdad aun no sé diferenciar los dos sentimientos, y mordiendo sus agrietados y desagradables dientes entre sus quemados labios, por fumar tanta, de la barata cannabis, agarro su antiguo bate de madera, con el que los domingos en el populoso parque nacional, recordaba su marchitado sueño de ser algún día pelotero de grandes ligas.
Camino igual que el soldado que no sabe por quién en verdad pierde su existencia pero igual lo hace, respiro profundo y al patear y tumbar la puerta de lata, lo innegable se fecundo amargamente y lógicamente en su ojos.
Su `pequeña blanca y huesuda esposa, destrozada por un orangután de casi dos metros el cual no cavia en la humilde cama, pero el rostro complaciente de su esposa lo confundió al tiempo que su ira exploto de la misma manera que las gotas de una fuerte lluvia en un tejado de barro.
Cegado por su machismo interminable, golpeo insaciablemente a su esposa, olvidándose del amante, quien no desperdicio el papayaso para salir corriendo logrando escapar, pero a Camilo de poco le importo que aquel tipo se marchara. Su venganza era en contra de francisca Matilde y así lo hizo, hasta encontrar la nostalgia perdida en la mirada mortuoria de su amada.
Después de asesinar de forma medieval a su esposa, Camilo recorrió la casa de rincón en rincón, recordando cada instante desde el primer día en el que conoció a francisca y todo lo que habían vivió juntos.
Revivió esos días de niñez en su vereda natal, allá en el Vaupés sur de Colombia, el cual para esa época estaba infestado de muerte y violencia. Recordó las tareas escolares que juntamente realizaban, usando los inolvidables cuadernitos de cartón, regalados por el gobierno del presidente Belisario, también llegaron a su mente imágenes del día de su boda y de todos los sueños perdidos que se les quedaron a la orilla del tiempo, tal vez por la rutina vivida día tras día, esa que ahoga y no deja mirar al cielo. Esa que te obliga a postrar tu existencia a la urbe, clausurando los deseos posiblemente para otra vida.
Después de haber recorrido todo la casa, al llegar a La cocina se desplomo, el piso era de abundante tierra amarilla, decorada con el tizne del carbón danzante en las huecudas paredes, El llanto de Camilo era intermitente he inconsolable, las lagrimas se descolgaban de su rostro tratando de limpiar el inesperado pecado, con sus manos llenas de sangre, escribió francisca y Camilo en la arena dentro de un perfecto corazón, posteriormente con voz sigilosa pronuncio su confesión, y reitero como su ángel guardián escuche y viví. Hoy quiero compartirla con ustedes.
--- te amo mi amor, perdóname, no lo volveré hacer, me intención no era lastimarte, te prometo que ahora en adelante, me voy a portar bien, pero por favor no traigas tus clientes a la casa, mira que no lo soporto, apenas me estoy acostumbrando a tu nuevo trabajo, entiende que no es fácil para mí imaginarte en brazos de otros, y menos por diez mil pesos, es frustrante para mí. Si yo sé, todo esto es culpa mía, yo no sé por qué los plátanos ya no se venden como antes, además se les gana muy poco. Pero yo te dije. No te pongas brava, recuerda que te implore que te buscaras otro trabajo diferente, si yo sé. En este barrio lo más fácil es conseguir trabajo de puta, y también lo tengo presente que tenias 3 meses de puerta en puerta y no conseguiste nada por eso lo hiciste, por eso aceptaste esa vida alegre que de alegre no tiene nada, porque donde estará la alegría de sacarle la leche un borracho a las 4 de la mañana. Me duele mi amor, más bien ya no trabajes más en eso. Mira que nos toco mandar el niño para donde tu mama, se nos está acabando la familia, devolvámonos para el pueblo a ya algo hacemos.
Pero francisca contestemente por qué no me respondes nada, porque te haces la dormida, sabes que yo más bien me voy a dar una vuelta más tarde vuelvo y espero que podamos hablar más tranquilos.
Al finalizar su doloroso discurso, Camilo se levanto, camino hacia la puerta principal, sus ropas y manos estaban marcadas con sangre de forma hostiganté, pero esto no lo inmuto, salió de la vivienda y se dirigió hacia la carrera decima , vía principal del centro de Bogotá además de peligrosa, camino y camino hasta llegar al punto en donde inicio esta historia, poco después fue interceptado por una motorizada de la policía que obviamente por su aspecto lo detuvo y después de un corto interrogatorio en la estación policial de palo quemado fue enviado al calabozo, Camilo conto su historia , claro simplemente dijo que le había pegado unos cuantos golpes a su esposa y nada más , que ella estaba bien que simplemente dormía , que lo dejaran ir, que francisca se iba preocupar muchísimo si despertaba y no lo veía.
Al día siguiente las autoridades encontraron el cuerpo de Camilo ahorcado en su celda. Y no entiendo porque si él creía que su esposa solo dormía, se había guindado del techo del calabozo, usando simplemente sus cordones., las dos muertes de aquella madrugada, fue el centro de atención de toda Bogotá aquel 15 septiembre del 2009 y un par de días más . Las imágenes de los dos muertos, usando titulares mueren romeo y Julieta en forma sarcástica y degradante, fueron un éxito en los periódicos amarillistas los cuales agotaron sus ejemplares saciando el morbo de quienes leen estos panfletos como si todo fuera una negra fantasía, entiendo así que su vidas son mejores.
Los grandes culpables suelen ser también las más grandes victimas,
saludos desde barranquilla - Colombia.
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