las viejas costumbres no mueren más. estoy jodida, no debí haber nacido.
podría haberme quedado incrustada en su útero para siempre y no dejarla nunca más.
a veces la extraño, pero no se puede extrañar a alguien que no conociste nunca.
estoy consciente, me duele todo. la ausencia es lo más difícil de los días.
sentir que todo es lo mismo que lo anterior.
que las cosas no cambian, que están pegadas
que es como un loop infinito.
estoy en el desierto, soy un dromedario
le voy calando a la arena las entrañas por dentro
me voy perdiendo en películas sin nombre, sin dirección
embrionaria, sin haber llegado todavía a desarrollar un corazón,
menos una estructura nerviosa cerebral.
masa encefálica
estoy mirando desde el suelo que me pasen a buscar,
caminando a paso lento, como zombie
pero esto es pura exageración.
espero a cambiar de año, de nombre, de lugar
una corriente que me lleve lejos, un torbellino que me arrastre
que no me deje regresar.
estoy esperando el fuego, que me queme. verme reducida a cenizas
estoy sentada frente a un monitor, los días son tan largos
tan pero tan largos.
no sé de qué hablar, te escucho por el otro lado
y lo único que puedo hacer es mirar para afuera
ver las luces de los autos, irme con todos ellos.
si tuviera que abrir la boca diría que esto es un acto inconcluso
la potencia, la posibilidad de no ser y de ser
conciencia, con-ciencia.
estamos desgarrados, la raíz
eran sentimientos, pura desintegración
las cargas puntuales, un destello en la oscuridad
de las cavidades húmedas de tu cuerpo y el mío,
de una boca susurrando despacito palabras que
hace rato me guardé en el bolsillo. |