En estos últimos días he tomado consciencia, en particular, de lo diferente que somos entre nosotros, a las personas me refiero. Todos sabemos esto, cada uno tiene sus humores, sus días, sus pesares, sus ideas, sus gustos, sus formas, sus tiempos y demás cuestiones, que al fin y al cabo nos definen en nuestro propio ser. Claro que compartimos muchas cosas, porque somos seres humanos y somos muchos, es decir, alguien tiene que actuar o pensar mínimamente como uno; y eso está bueno, cuando lo ves te sentís parte del "grupo", que no estás solo, que te podés apoyar en otros, que tenés cosas en común.
Además, es importante tener en claro estas diferencias. Si nos miramos con el espejo del otro puede ser muy dañino, podemos salir muy lastimados. Uno es uno, y dos es dos.
Este pensamiento me trae el recuerdo de mi infancia, cuando somos apenas unos niños y estamos aprendiendo a "comportarnos" (si es que alguna vez terminamos de hacerlo). En ese entonces, la mayoría contamos con las palabras guías de los adultos, esas frases que por alguna razón las recordás a lo largo del ciclo de la vida (probablemente porque nos la repitieron muchas veces). Para mí, hay dos que me gustaria destacar. En primer lugar, la conocida "no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a vos". Clásico, aunque sabio.
Por otro lado, una de mis favoritas por su amplio campo de aplicación, "no compares". Tan conciso y tan cierto.
En fin, la razón por la que comento esto se debe a diversas situaciones que se suelen tornar frecuentes. A veces aparece una persona que dice algo, actúa de una forma, o insinúa otra, pero justo eso que te despierta cierto rechazo. He notado que, frente a dicha situación, mucha gente se molesta, "se hace mala sangre", no lo tolera. Sin embargo, me resultó curioso descubrir ello, pues esa no era mi reacción ni mucho menos. Yo simplente observo, veo lo que el otro hace, separo, pienso si yo hubiese seguido el mismo camino o si cuando tuve la oportunidad hice lo mismo. Veo la diferencia y digo: "allá ellos" (mientras no me afecte, claro). Yo tengo muy claro quién soy, qué está bien, qué está mal, que haría y que no. Otra vez, uno es uno, y dos es dos.