La vida es una matanza a la muerte.
La muerte que es quedar inerte, rutinario;
En alma, en espíritu.
No dejes de habitarte nunca en la claridad
Que hiere las nubes de la tarde,
Ni en el aliento de pétalo que destella la tierra,
Ni en la pupila que te observa ir a la muerte diariamente.
Renuévate cada atardecer hallándole nuevo nombre
A las flores, a las calles, a tu mujer...
Calza de melodías los paisajes,
Llena de dudas cada acto que formulas
Y de poesía el pasado que te devolverá el tiempo.
Resucita sembrando semillas a la piel del pájaro
Que ayer el destino dio de alimento al suelo,
Labora lo mismo, robándole algo cada día diferente
De experiencia, a eso que haces.
No te sientes sin planear comenzar a soñar,
No sueñes sin motivos de hacerlo realidad.
No busques sin saber lo que posees,
Ni poseas lo que no emerge de tu pecho.
No dejes de matar al muerto, que te habita.