DE MONJAS Y CAPITANES

O las Aventuras Conventuales de Don Luis

SEGUNDA PARTE


Resumen:

En la bella Ciudad de Santiago de los caballeros de Guatemala, un apuesto Capitán español, llamado Don Luis Barrasús y Trafalgar, se enamora de una Monja llamada Sor Jimena del Santo Tributo. Fruto de este amor nace un niño en el convento, el cual es depositado, de la forma tradicional, en el Convento del frente. Don Luis, apremiado por la bella monja mestiza, huye a Sevilla, su ciudad natal. Esta segunda parte empieza allí, en la preciosa ciudad del Guadalquivir. Veamos...



DOS AÑOS MAS TARDE.

Sevilla, 1667.
Ciudad de Don Luis Barrasús y Trafalgar.

Don Luis, en el trayecto de Centro América hacia España, se había quedado viudo. Las fiebres contraídas por la malaria, habían cortado la vida de su esposa en pleno mar.

En esos días del Señor de 1667, Don Luis ahogaba sus penas de viudedad con una de sus mayores aficiones, cabalgar, cabalgaba a todas horas, sobre todo con dos de sus “ monturas “ preferidas, Sor Ignacia y Sor Merceditas, monjitas del convento de las hermanas Clarisas, además, entre la campaña de Flandes y la de Nápoles se había “ cabalgado “ los conventos de media Europa. En uno de esos días que reposaba el dolorido cuerpo de soldado en su casa de Sevilla, Don Luis se asomó al balcón enrejado que daba a la calle Alemanes, el olor a Azahar del Patio de los Naranjos inundaba de sensaciones y recuerdos su mirada, en la calle grupos de hombres llenos de hierro hasta los dientes y embozados hasta los ojos se cruzaban sin mirarse a los ojos diciéndose un simple “ con Dios”. Le llamó la atención que en la esquina de la Catedral alguien permanecía agazapado en la oscuridad de una noche sin luna, no le dio importancia, pues era lugar habitual para ajustes de cuentas, después de dar hierro al fulano se acogían a la iglesia y santas
pascuas.

A la mañana siguiente, Don Luis Barrasús y Trafalgar tomó el camino de la Real Fábrica de Tabacos acortando camino por la judería, las callejuelas estrechas y el trasiego de gentes le alegraba el trayecto, en una parada para apagar la sed observó que alguien seguía sus pasos, se guardó en una esquina y lo esperó...“ ¡ Vive Dios que aquí mismo te abro en canal si no me dices que asunto te traes ! “

La daga en el cuello del misterioso perseguidor fue un buen acicate para que soltara la lengua.

-“ Disculpe mi atrevimiento caballero...”- Don Luis reconoció ese acento de inmediato.

-“ Largo viaje has hecho desde las américas para morir como un perro...”-

-“ Permitidme terminar, vos debéis oírme, traigo un mensaje importante“-. Le alargó un pergamino ajado que agarró desconfiado el caballero, lo apartó unos centímetros de sus ojos y leyó susurrando:

“ Acordaos hermanos,
que un alma tenemos
y si la perdemos
no la recobramos “

Loa fantasmas de pasado recorrieron su espalda de punta a cabo, se recompuso y siguió leyendo:
-“ En el muro de Santa María de las Cuevas os espero, cuando el sol caiga en su sueño, id confiado que ningún engaño hay en esta cuenta “-.
- “¿ Quién os ha enviado, desgraciado ?“-
-“ Mi señor, os juro por la Virgen de los Remedios que solo soy mensajero y que nada sé y a nadie conozco ”-.

Lo dejó partir y cambió su rumbo para volver de nuevo a la calle Alemanes, debía prepararse para la cita nocturna.

Solo se oía de lejos las barcazas que surcaban el Guadalquivir, las huertas del alrededor eran los únicos testigos del próximo encuentro, Don Luis llegó puntual, el corazón le latía rápido y su mano agarraba con fuerza la empuñadura de su espada, un carruaje paró a quince pies y se bajó un caballero.

“-¡ Bien, aquí estamos, no se quien será su hidalga persona, pero si hay que arreglar viejas y lejanas cuentas aquí está mi espada, veamos la suya !-”

“ -Equivocada está su persona si piensa que vine a batirme, simplemente le traigo algo que dejó olvidado... Algo fruto del pecado“-.

Sin tiempo para reaccionar se subió al carruaje y dio la voz de marcha
dejando con media palabra en la boca de Don Luis Barrasús y Trafalgar,
detrás de la polvareda levantada apareció impávido y desubicado un niño que no llegaba a los tres años. Don Luis se acercó y vio su piel de cobre y unos pequeños ojos claros, en ese momento supo que no era lo único que se había dejado en la ciudad de Santiago de los Caballeros.

A la mañana siguiente con el niño de la mano, se dirigió a la Casa de la Contratación, necesitaba conocer que nao partiría en próximas fechas hacia Guatemala...

Casualmente corría el mes de abril, y se estaba organizando la Flota de la Nueva España que saldría en dos semanas hacia América, recalando en
Dominica, Puerto Rico y Honduras, hasta llegar ala puerto de la Vera Cruz, en México.

Registró Don Luis su nombre en la Casa de la Contratación y fue asignado, por su rango, a una de las naves de guerra que custodiaban la flota comercial. Las naves de guerra eran más cómodas que las comerciales. Pagó sus impuestos de alcalaba, avería y almojarifazgo y tomó debida nota de los nombres de los buques Insignia “María Isabel”, “María Cristina” y “María Rosa” , comandadas por el Almirante Don Gilberto Muñiz y Caparó , de ancestros peruanos y gallegos, gran lobo de mar, quien se ganara el puesto por su osadía y pericia, habiendo salvado, en varias ocasiones, a su nave, de los Corsarios y Piratas.

El niño fue dejado al cuidado de su abuela, la madre de Don Luis, quien lo acogiera con el cariño y amor de una gran Señora.

Los navíos bajan por el Guadalquivir, abandonan el litoral peninsular y ...

Mañana la tercera parte
Gracias en nombre de estos dos truhanes...