Como voy a prescindir de lo único que mi sueño alimenta y comparte mis penas, consumiendo su vida entre crepitar de silencios y danzas de sutiles trasparencias.

Cuantas veces si no, a aplacado los temores de mi mano temblorosa que se aferra a la nada por encontrar un todo que le diera cierto sentido a mi alma apenada.

O en aquellas alboradas preñadas de deseos por el ausente beso en que junto al humeante café, ascendía hacia lo eterno por recobrar un olvidado recuerdo.

O en esas tardes de gélido invierno en que ponía un tibio calor a mis fríos suspiros con alguna que otra bocanada de sencillo verso recitado por el silencioso viento.

O en esas mil y una noches de futuros inciertos, en que las soledades nos hacen vagar entre los muertos, con la única esperanza de ver que no estamos entre ellos.

O en esos momentos lánguidos en que uno se abstrae del pensamiento con el único propósito de que pase el inconstante tiempo que se va sin dejar un mísero sueño.

Cuantas veces no habré prendido un cigarro para quemar mis infiernos.

Mi cigarro y yo
Joan © Bosch 09/11/10