Sin remedio se caen las hojas del calendario de mi vida , dejándola al desnudo como si fueran arboles vapuleados por el viento fuerte de un otoño que se empeña en arrebatar sus vestiduras dejándolos impúdicamente desnudos para mostrar sus vergüenzas a merced de un invierno frio y duradero.
Si repaso mi vida palmo a palmo, no me sentiría ya con fuerzas. Hace no tanto me sentía incombustible, Hoy debo rendirme a lo evidente, por mucho que trate de quedarme en el ecuador de mi vida, revelarme contra mi propio tiempo .La juventud rebelde que vive en mi interior deberá dejar paso, a la madurez serena y resignada de lo físico y lo psíquico.
La píldora de la resignación, una vez más, el antídoto contra lo imposible, la medicina que tantas veces he debido tomar a lo largo de mis días para calmar mis ansias de tantas cosas imposibles a las que se debe renunciar. Sin embargo nada mas difícil que escoger… vegetar o florecer de nuevo.
Nada más difícil que sopesar la razón con la locura, más cuando la locura empuja como un hijo en el vientre de su madre a punto de parir.
Nada más difícil que intentar volar cuando jamás se han tenido alas, y sobre todo nada más difícil que abandonar un nido donde aún queda algún vestigio de calor de los que allí han anidado.
Cierro las páginas del libro de lo ya vivido, deseo escribir las páginas de un futuro que me sé con interrogantes.
Mas allá de lo vivido existen premoniciones de lo que me quede aun por vivir ,paginas en blanco ,letras nuevas escritas desde la experiencia vivida y el futuro incierto, me queda aún el impulso de un empeño por encontrar la felicidad perdida, el tesón de que mi mano sea firme al empuñar mi pluma y comenzar de nuevo.
Dejo abierto el interrogante de renglones en blanco, el deseo de cambiar las aguas tormentosas que se asoman al malecón de mis ojos como olas bravas, arrasando a su paso la ilusión y dejando en la playa de mis días la desilusión, el desencanto y la tristeza.
Deseo encontrar mi isla perdida, refugiarme en ella, desde la serenidad y la calma que precede a la tormenta, encontrar el rumbo con un mar en calma, y desde allí atravesar la barrera entre lo posible y lo imposible.
|