Que pretendes de la vida, petulante paloma,
Que pretendes con tu vuelo,
envidia del hombre preso,
encapsulado en los fortuitos recintos del ego,
incoherente blasfemia.
De árbol en árbol,
esparciendo tu cimiente, ajena al perjuicio del arraigado,
aquel que envuelto en sus cadenas de opresión,
musita insultos de incomprensión,
Aval de la ignorancia,
cimientos atonales sellados en la tertulia,
fulgor rabioso en que se mueren los sueños,
Quiero ser hoy tú, paloma,
y estrechar la insípida brisa,
crepitante caricia,
sin sentido del viento,
sentir de primavera.
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