La cuestión del poder.
Tontos son aquellos que conciben al poder como un fin, llegan como el hombre que al encontrar el mapa del tesoro ya se siente enriquecidos, no ve que el mapa es el medio para un fin y no el fin mismo, cegados están por el poder, porque el medio se vuelve más predilecto y ya no saben descubrir… ¡Oh, pobres ciego!, se entretienen con el mapa, lo hojean y besan, sin saber que la recompensa es grande.
El poder atrae a los que lo ven como la cima, pero el poder sigue a aquellos que lo ven como un escalón para algo más grande.
Enceguecidos, conformistas… seres que se consumen en el poder, puesto que no lo utilizan, al contrario, lo resguardan y lo celan.
El poder es el arma de hombre superior, del hombre que crea y construye.
El poder es la pena del hombre inferior, del hombre que desbarata, celoso, ambicioso que no sale de su mundo, ¡él es su propio mundo!, sí, el poder es una espada de dos filos; una puede cortar cuellos o cortar la ignorancia.
El hombre celoso del poder, ama y odio a la vez, el poder es u mayor bendición y maldición; no es de extrañar que sean ellos los más prolíferos destructores.
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