Si estuviera segura de la existencia de un futuro tan importante como para justificar nuestros actos, me inventaría un presente tan interesante que persona alguna pudiera rechazar su lectura. Pero dudo mucho que los hombres futuros tengan intereses comunes, intereses que les hagan agruparse para no caer en las tentaciones vigentes. Y más aún, dudo mucho que los hombres futuros lleguen a conocer el interés por la lectura. Seguramente serán buenos en artes marciales, o serán buenas escavadoras en el fango de la oscuridad porque el futuro es oscuro, muy oscuro y peligroso.
Nosotros los habitantes del presente hemos hecho mucho daño a las generaciones venideras, tanto que peligra vuestra existencia. Hemos sido cobardes y egoístas; hemos llegado a olvidar el significado de la palabra libertad, una palabra que en tiempos no muy lejanos hizo soñar a muchos que murieron en su defensa.
Sí me gustaría contaros algo. Pienso mucho en la importancia de la honestidad y no entiendo a quién se escabulle de ella. Hoy los hombres viven por y para el dinero, un dinero que sólo les ha traído infelicidad, angustia, estrés, dolor e incluso cárcel. A este tipo de hombre no le ha importado mentir, robar o defraudar; matrimonios rotos, amigos olvidados, hijos abandonados… Algunos han conseguido sobrevivir y otros viven a la sombra de los primeros. Pero ni los primeros ni los segundos han pensado en vosotros. Cada uno de nosotros hemos asesinado un poquito de vuestro futuro.
Y yo lo siento.