Crispina, una duende de capelina floreada y vestido celeste, navegaba dentro de un paraguas dado vuelta ,en un riacho de voz cascada que serpenteaba una sierra desde su cima.
Era un día lluvioso. Cosa que Crispina no deseaba. Con su gorro boca al aire, atajó unas cuantas gotas y zigzagueante subió al cielo por una escalera de nubes grises. Allí, vio al Sol completamente dormido y ella mojándose sus manos con la lluvia que tenía en su gorro, salpicó al astro:
-Arriba, arriba, vamos perezoso. Te lavaré tu cara y larga cabellera para que brillante puedas iluminar el día.
Al minuto, el Sol sacudió su tibieza ante tanta frescura y contento comenzó a girar espantando las nubes grises de su alrededor.
Crispina sintió unas risas desde abajo. Tres niñas habían salido de sus casas a jugar entre el barro a la mancha y una había dicho:
-¡¡Miren un girasol trepó al Cielo!!.
Ante la ocurrencia el trío hacía eco de alegría.
Crispina, sin ser vista, se acomodó panza abajo en una nube blanca. Largó las gotitas que le había sobrado en su capelina hacia la sierra. Estas con la luz solar formaron un hermoso arco iris plasmado en el paisaje. Las chiquillas detuvieron el juego y se sentaron en una roca a contemplarlo. Con sus ojos chispeantes pensaban boquiabiertas:
-¿Podremos conseguir unas coronas así de vistosas y coloridas para poner en nuestras cabezas?
_ Ay, siiii, nos quedarían preciosas.
Por un instante, se sintieron reinas.
El colchón de nube, donde la duende reposaba iba descendiendo despacito, despacito hasta posarse nuevamente, en el paraguas que navegaba abierto. Por el peso de su llegada , ¡plop!, se cerró y se hundió.
-Ups- pensó Crispina- Descansaré.
En esa especie de cuevita oscura e impermeable la duende dormitó pero, remoloneaba tanto para un lado y otro, que el paraguas se abrío nuevamente.. A la superficie emergió y pudo ver que navegaba en un inmenso lago de sierras lejanas. Así, Crispina muy oronda subió por el mango de su nave y su pañuelo con su nombre colgó en las alturas por si alguien pasaba. Con un zumbido: ¡ BZZZZZ! , cual si fuera una abeja y dando vueltas, fue bajando raudamente mientras tres estornudos le salieron de su arrugada carita.
Una gaviota le limpió su nariz con algo que traía en su pico. ¡¡plim, plim!!! . Le pasó algo esponjoso y suave por la cara. La duende aspiró un aroma a felicidad que la invadió toda entera. El ave la había rozado con un corazón. Un enamorado se lo había enviado.
_ Atchis, atchís , atchís- volvió a decir Crispina a los vientos. Se la veía risueña, empolvándose toda con el regalo recibido. Es que el resfrío. su nuevo novio, la había pescado al vuelo y entre un coro de atchises, se perdían en un paraguas lleno, lleno de ilusiones y corazones voladores.
¡¡¡Atchis, atchís , atchís!!!!,¡¡¡ Plim, plim. plim!!! este cuento se ha terminado....
|