Frutos amargos hay en nuestra mesa,
es la hora del frío despertar,
precaria claridad que se desvela,
retazos de un amor que ya no está.
Sobre la tumba guardo dos estrellas,
reposarán sobre la tierra en paz,
debajo de las nubes desgarradas
que lloran su tristeza sin igual..
Mi espalda es una pluma que condena,
animal que se aleja del umbral.
El porvenir, mas rostros que se alejan,
imágenes confusas que vendrán.
Fantasmas del pasado se despiertan,
intentando volver a ser verdad.
Anillos rotos y vendas en el cielo,
responden
Imposible contestar.
Todo mañana, tiene gusto a fiesta,
metamorfosis del alma y su ciudad.
Las lágrimas se acunan en la siesta
y la pasión no acepta la frialdad,
el tiempo es asesino en decadencia,
no se puede detener su crueldad.
Frutos amargos hay en nuestra mesa
es la hora del frío despertar…