Entonces lo vi pasar,
¡era una sombra!,
una horrible sombra que cantaba una canción,
era octubre y temerosa mi alma estaba,
¡aquella sombra de un lado a otro caminaba!
arrastrándolo todo con vaga obsesión,
¡rompiendo las ventanas con rabia y rencor!,
chocando las puertas con terror,
y yo en el suelo estaba,
rezando unos cuantos padres nuestros,
¡pero la sombra estaba allí!,
latente y seductora del pánico,
todo estaba oscuro,
de repente las ventanas estallaron,
las cortinas basilaban sin parar,
y la tormenta afuera no cesaba,
los rayos alumbraban aquel vacio,
y sus ruidos perturbaban mi soledad.
¡Gritos de espanto se escuchaban!,
¡y los libros flotaban!,
¡y las paredes solas se rasgaban!,
¡y las luces se prendían y se apagaban!,
era aquella sombra que gemía sus lamentos,
era aquel fantasma que lloraba sus recuerdos,
recuerdos de culpa,
recuerdos de dolor perpetuos.
Juan David Camargo Reyes - El romántico gris. |