Fue entonces cuando el amor se derrumbó,

y miles de cenizas empezaron a viajar en mi interior,

mis ojos se cegaron y una hermosa noche sin estrellas apareció,

mi cuerpo cayó en el siniestro bosque de la nada,

en donde el viento era seco y las rosas marchitas,

en donde los arboles escuchan los gemidos de la triste soledad,

en donde la oscuridad perduraba como reina en su altar.



Recuerdo que en éste bosque habian dos enormes cascadas,

seguramente eran lagrimas de una depresión,

se veian en el fondo los hermosos recuerdos,

viajando con la corriente hacia un vacio gigante

tenebroso de visualizar.

En el cielo se veian cuervos graciosos,

girando lentamente al rededor de mi,

sus plumas caian como gotas de agua frías,

que humedecían mi valor, y mis ganas de vivir.



Desde lejos se veia una sombra

que me llamaba con una tierna voz,

yo, tentado de volver a mi vida,

llegué a ella y de pronto mi alma se me escapó.

Juan David Camargo Reyes - El romántico gris.