Busco a Dios para exponerle,
para darle mi amor, para decirle mis penas,
porque aquí, abajo, en la tierra
no hay calor, sólo hay cadenas.
Para decirle que todas las noches
son más largas y sus sombras,
desgajes sangrientos de tormento.
Busco a Dios para decirle que muere el amor
bajo el solaz recreo de la muerte,
contra los silenciosos pasos de la guerra,
el amor muere de pena.
Busco a Dios para decirle
que de todo lo logrado
sólo hay charcos de insólitos recuerdos,
rocas de sangre purpúreas y marchitas
y que sólo quedan sonrisas
teñidas de ilusión.
Dios, ¿por qué no me escuchas?
¿Sigues cargando con tu cruz?
Tal vez cargando muchas o quien sabe qué...
Dios, ¿sigues penado, adolorido?
N o, tú eres Dios. Si tú estás libre,
¡libera al mundo!... Porque el mundo
es una tajada de pan fresco,
no para el pobre ni para el hambriento,
sino para unos doscientos
o tal vez quinientos
lobos humanos, y por eso
llora el mundo lágrimas eternas.
Dios, ¿recuerdas la multiplicación del pan,
esa fórmula casi olvidada por el mundo?
Enséñanos a sumar fuerzas,
mas nunca a restarlas,
enséñanos a multiplicar y
potencializar el amor.
N o quiero cansarte, Dios, pero RESPONDE. |