Cual mariposas delicadas y sublimes
son tus caricias sobre mi piel,
fulgurando como la más hermosa de las estrellas
es tu mirada cuando con mis ojos se cruza
como el viento que choca contra la montaña y baja sobre ella,
delicada, perfecta como amándola...
y tus besos que nada tienen que envidiar
a un manantial de agua pura, vivificante, cristalina...

Ay! amada mía... ¡Si supieras cuánto!...
si supieras cuanto te envidia el viento cuando me miras...
si supieras cuanto quisieran las mariposas ser tan sutiles...
si supieras cuanto anhela el manantial ser culpable de todos mis antojos
como lo son culpables tus besos...
Ay! amada mía ¿Y si dejáramos que esta noche nos bañase
y muriera sobre nuestros cuerpos el brillo de las estrellas
testigos únicos de nuestro idilio?