Y fue más fuerte el tiempo, así el clima saludara
con un radiante sol y nubes blancas,
y nos cubrimos de polvo como objetos viejos
en una vieja casa que nadie cuida,
moviéndonos al vaivén de los implacables segundos,
amigos de la muerte,
eterno guardianes de lo que inocentemente
llamamos recuerdos.

Y fue una lágrima en tu mejilla,
cuando las lagrimas solían surcar tu hermoso rostro
y fue un suspiro que sin ser invitado
acabo perpetuamente con el lugar,
catapultando emociones,
derrumbando castillos mágicos
y libros con cuentos de hadas
que dieron un día luz y color a ese mundo
que construí solo para ti.

Y nuevamente te amé en mis sueños,
como desde un principio
y nuevamente amaste mi piel
como quien extasiado recorre el indómito desierto,
y tu cuerpo armónicamente vibró
al ritmo caótico de mis manos,
y tus labios rogaron por los míos
en una silenciosa entrega de amor.

Y nuevamente la muerte
quiso escribir con sangre de nuestros corazones
aquella historia que por bendición de dioses
durará hasta el fin de los días.

Tan implacable como corriente oceánica,
así mi alma hizo frente
mientras tu corazón luchaba en silencio
y mi ser agonizaba por ti.