Ayer por la noche, hubiese necesitado que entre un beso y un brazo,
me hubieses deseado las buenas noches.
Que me hubieses seducido, como seduce el tango a las piernas de la bailarina.
Que me acariciases el cuello, mientras tu aroma se dormía en mis lamentos.
Que me hubieses seducido con tus maravillosas sonrisas llenas de serenidad
y con ellas hubiésemos compartido la lujuria.

Que lo hubieses hecho con la ternura que se desintegra en tu voz,
mientras tus ojos, no salen de mis pupilas.
Yo, ayer ante la falta de tus besos, hable con mi silencio
y me intente inventar sin éxito un poema,
donde juntos colocábamos una noche de tormenta,
que terminaba en las arenas de una solitaria playa,
en un escondite que solo conocíamos los dos,
en una noche perfecta, en un silencioso escrito, en un...
Beso melancólico.