Perdón a mi mismo

Niños negros, cabezones y panzones, se arrastran en vísperas de misericordia estorbada mientras hombres blancos se ahogan en un cáliz de vino bueno.
¿Cuántas píldoras pasaron por mi garganta? Cuantas han de haber sido que ya no puedo recordar.
Un esqueleto que se crucifica y sacrifica ante el infierno por conseguir una miga de pan.
¿Por qué se refleja mi cara en un mugre charco? Y las rodillas gastadas sobre la seca tierra, es la pobreza que supuestamente merezco.
Son los “vivos” quienes se atragantan con sus cruces anti-humanas y lanzan fuego por sus enormes bocas con dientes afilados.
¿Cuántos agujas atravesaron mi piel? Fue irreverencia lo que corrió por las venas.
¿Cuántas llagas ardieron fuego en mi boca?

Es alguien en mí que no deja ser
Es ese alguien quien también soy
Mi confianza se reparte entre los dos
“Perdón a mi mismo” que no soy

Perdón a mi mismo por culparme de toda infelicidad
Perdón a mi mismo por la sapiencia que no tengo

Cuerpos pudriéndose en masa, pezones adornados con oro, y cuernos invisibles bien sujetos.
¿Quién dice que mi complejidad no cabe en un solo cuerpo?
Muecas cómplices a la vez mentirosas las que inundan de infamia las caras largas desconsoladas y maltratadas.
¿Cuántas veces quise correr, correr, correr? Escapar a la incapacidad de mis superiores, y dejar de estar hablando acerca de una revolución.
Patas cortas para caminar y colas largas las cuales pisar.
Dicen que mi voz es verdaderamente insoportable, si acaso puedo ver sus tímpanos cubiertos de un excesivo colchón de algodón.

Es alguien en ellos que no quiere ver
Ese alguien existe, pero es su propio ser
Su poderío que se expande y menos comparte
“Perdón a mi mismo”, no soy yo, es ese alguien

Perdón a mi mismo que soy un gran charlatán
Perdón a mi mismo por los miedos que encierro y no comparto
Perdón a mi mismo por el daño que he causado
Perdón a mi mismo por el cansancio que sigue en pie