Te vi venir de entre las sombras y un canto fúnebre te introducía en esta noche sin luna.
Cuervos revoloteaban a tu alrededor, alimentándose de tu presencia oscura.
La noche era muda y tus pasos escandalosos, los cuervos desalmados y tú sin corazón.
Tu mirada penetrante atravesaba la densa niebla esparciéndose con tu levitar.
Estiré mi brazo para palpar esta pesadilla tan innegable con cierto hipnotismo.
Seguiste sin tomarme en cuenta y me dejé llevar por tu olor a muerte.
Me uní al ejército maldito que idiotamente te rendía culto y adoración.
Caminaba en un trance, magnetizado por el tétrico mensaje subliminal que emitía tu voz.
Tu vestido negro se movía al son de los aullidos.
A través de mis ojos mi ser quería escapar y huir de esta marcha infernal.
Tu hedor, tu canto y tu mirada nos guiaron al cementerio.
Cavamos frente a las lápidas con nuestros nombres y esperamos paciente por tu mandato de descanso eterno.
Texto agregado el 03-11-2010, y leído por 129
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