Estaban reunidos en el gimnasio de la escuelita primaria padres de los alumnos y sus maestros en otra sesión mensual. Rolando, mi hermano se encontraba sentado entre su esposa y una joven madre con un muchachito sonriente y juguetón quien desde el regazo de su mamá le echaba los brazos a mi hermano. Con el permiso de la madre mi hermano tomó al niñito y poniéndoselo en las rodillas empezó a jugar caballito.
Pasó en ese instante otra madre y deteniéndose frente a ellos le comentó a mi hermano:
-¡Ay, Rolando, que gracioso su nenito, se parece mucho a usted, si es su vivo retrato!.-
Rolando le explicó sonriendo que su esposa estaba a su lado izquierto y que su 'vivo retrato' era de la señora al otro lado.
-¡Ay que cosa!- dijo la mujer y se alejó azorada. Mi hermano se apresuró a regresar al niñito a su mami.

En una fiesta se encontró mi esposa con una amiga que no veía en mucho tiempo. Mientras ellas platicaban nuestro hijo de cinco años las observaba. Haciendo recuerdos la amiga le preguntó a mi esposa por su edad -Si casi tenemos la misma edad- le comentó sorprendida. En ese instante nuestro hijo comentó:
-Pero mi mamá no se ve tan vieja.-
-Ven hijo- le dije yo -vamos a tomar un fresquito.-

En el patio de m icasa jugaba con mi nietecita haciéndole cosquillas mientras al reírse ella enseñaba la falta de los dientes de adelante. Como abuelo yo la adoro y tomando su cara en mis manos le dije:
-¿Sabes que eres muy bonita y que yo te quiero mucho?-
Ella me respondió al instante;
-Yo también te quiero mucho, tata, pero tu eres muy feo.-
Nos reímos por un rato y siguieron las cosquillitas.

Le contaba esta historia a mi nuera quien me relató de su hija, mi otra nietecita cuando su madere tenía cosa de treinta años de edad.
-Estando ya en su cama yo le leía un cuento como todas las noches. Se me quedó viendo por un rato y me preguntó- ¿Mama y cuando tu eras joven, eras bonita?. Cubrí con besos a mi muchachita.-

A la hora del descanso me encontraba en el trabajo con una asistente de Líbano, creo, o talvez de Siria.
Era obvio que estaba en su quinto o sexto mes de embarazo. Para romper el silencio le pregunté muy sonriente:
-¿Cuando es la feliz ocasión? ¿Saben ya si será hembrita o varoncito?-
Clavó en mi una miraa con aquellos ojos negros:
-No estoy embarazada, estoy gorda- aclaró muy secamente.
Sólo pude decir "Aaahhh..." y opté por la retirada.

En busca de una azucarera me encontraba en la platería mientras esperaba a la dependiente comencé a platicar con otra cliente. Sobre el mostradore estaba expiesta una pequeña canasta con moras y con frambuezas como oferta de la casa. Mientras conversábamos comíamos de la frutillas. Luego llegó la empleada, pedimos lo que queríamos cuando entró apresurada una dama que explicó:
-¡Ay, se me olvidó, dispense, mi canastita del mercado.-
Notó que ya no estba llena, mas discreta no dijo nada y se salió de la tienda. La dama y yo nos vimos, por cierto algo sonrojados y empezamos a reiírnos incontrolablemente. Nos miró extrañados la moza y nos preguntó inocentemente:
-¿De qué se ríen, señores, fué algo talvez que yo dije?-
Casi nos derrumbamos de risa.

La muchacha era joven y bonita sentada al escritorio del viejo Dr. Alfaro con su nombre desplegado en una placa que leía 'Cora Alfaro'.
La hija del doctro había sido compañera de mi hija en la escuela secundaria. Soprendido le hice la observación:
-¿Usted es Cora Alfaro? ¿No se acuerda que fue compañera de mi hija Hilda en el Colegio Santa Ana?-
La bella moza explicó con una fría sonrisa:
-La hija del doctor se llama Clara, yo soy su esposa.-
Quise salvar el momento diciendo...no sé ni que diantres dije.

La plática era en inglés con la estudiante compañera de mi hija y la muchacha observó:
-Usted es la filipina más alta que yo he conocido.-
Mi hija le contestó en castellano:
-To no soy filipina, mis padres son centroamericanos.-
La muchacha respondió:
-No hablo español. soy filipina.-

Debido a sus estudios y su carrera, mi hija tuvo un hijo cuando tenía cuarenta años. Lo llevó una vez al mercado empujando el cochecito. Una dama vio al bebé y le dijo a mi hija:
-¡Que lindo! ¿Su nietecito?

En los últimos días de su vida, mi madre de 92 años
se quejaba de sentir a menudo los pies que se le entumecían. En la casa de geriatría, sentada en silla de ruedas, le estaba yo masajeando los pies a la viejita a un lado del pasillo. Una señora pasó a nuestro lado y se detuvo por un instante preguntando:
¿Tiene frío en los pies su esposa?

La hija de mi concuño (¿concuñado?) canta en el coro de la escuela. En una de las funciones él y toda la familia habían llegado a oirla sentados en la primera línea. Me dirigí a saludarlos a lo largo de la fila de sillas estrechando las manos de los varones y besando las mejillas de ellas.
Al terminar la función fui de nuevo a ellos a felicitarlos y despedirme en forma igual. Al padre le pregunté:
-Oiga usté ¿Quien es la señora al final de la fila, la del 'sweater' rojo?
-No la conozco- me dijo -preguntó al principio si estaba la silla ocupada y luego se sentó en ella. Debe ser pariente de una de las muchachas del coro.-
Al llegar en mi despedida a la última de la familia la señora me dijo entre risas:
-¿Y qué, ya no recibo mi beso?