Óiganlo todos…
justo al caer la tarde,
y escuchen al pájaro silvestre,
óiganlo en su máxima expresión
y díganme si su canto
no es un llorar…
Y del aguilucho andino,
del que surcaba el viento,
ahhhh, del que ya no vuela,
y sí sufre… sufran con él.
Pues ayer estuve triste, muy triste…
estuve sentado sobre la pirka
y mirando a las lomas con tierra revuelta
he visto a la tristeza asomarse,
muy tristemente,
con su semblante fúnebre,
cargando su alforja
de caminos sin polvos,
trasteando piedras enlutadas,
arruinadas por dinamita.
Y díganme del árbol, de las flores...
¿acaso mariposas juegan con ellos?
Y de los peces del río…
¿Acaso gritan llorando su amargura?
Ellos… no pueden expresarse
siendo rey o siendo espada,
carpa o trucha de oro…
¡Que Dios no les niegue su protesta!
Y díganme todos,
¿acaso sienten lo que siento,
acaso lloramos todos,
acaso reímos o miramos simplemente…?
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