Quizàs hoy empieza el cuento de nunca acabar, o los muchos cuentos entrelazados que nuestros muchachos querìan oìr y les dijimos:"Esos cuentos no se hechan". Pero que al final siempre contamos. Resulta que soy hermana de cuatro varones, estos son los cuentos con mi hermano mayor. Lo primero que recuerdo es que le metiò candela a la cama donde yo, bebè de 8 meses, dormìa. En un acto de arrepentimiento, halò las sàbanas y me tumbò de la cama, arrastràndome de la manera màs divertida hacia la sala, mientras el cuarto agarraba candela y la familia lo alzaba en hombros como si fuese un hèroe. Lo segundo que recuerdo de mi hermano es cuando recogìa toda su ropa vieja y los zapatos que ya no le quedaban y me decìa:"hermanita, a ver si con esto aprendes a ser elegante", todos en la familia le decìan: "Tan bello y generoso el prìncipe que regala su ropa a la pariente pobre" y luego se iba a casa de su madrina que lo cuidaba y lo empolvaba, lo bañaba con jabòn de olor, champucito y colonia.Mientras yo cuidaba a la abuela, limpiaba casas de familia, lavaba, planchaba y hacìa todo lo normal que debe hacer una mujercita decente antes de ir a la escuela.Mi hermano sacaba 14 en la boleta y yo sacaba 17, a el le hacìan una fiesta y a mi me decìan: "mas te vale porque te saco de ahì y te pongo a trabajar" como si ya no trabajaramos las mujeres desde que aprendemos a caminar. Mi hermano sin embargo era mi hèroe tambien,vivìa en una ciudad àrida, arreaba chivos, hacìa mandados a la madrina, tenìa el cabello liso y un ojo negro, el otro marròn, lo que lo convertìa en un ser misterioso...y lo era. De niños nos ponìamos de acuerdo para pensar las mismas cosas y dar las mismas respuestas a todas las preguntas. Maravillàbamos a la familia con nuestras respuestas, que eran simples "no se", "bien", "mal" y otra vez "no se". Los adultos se encontraban entonces con que nosotros somos todo menos soplones. Eran tiempos dificiles para la gente humilde y lo mejor en muchos casos es no saber. Una vez ropì la norma de no saber. No lo traìan a casa desde hacìa mucho tiempo y habian pasado varias cosas importantes en la familia y èl no lo sabia, entonces le escribì una larguìsima carta contàndole que mi mamà perdiò a su bebè en el parto, que la abuela se habìa sacado todos los dientes por orden del doctor y le pusieron unos de plàstico, que el tìo Alfredo el marinero, habìa regresado de la India y me trajo un anillo de topacio que cambiaba de colores, le escribì de mis muñecas, del pago que me hicieron por cuidar unos bebès en una piñata de ricos y lo linda que fuè esa fiesta donde ayudè a la recreadora a recoger los papeles y bombas explotadas del suelo, en esa carta derramè mi corazòn de amiga nostàlgica, de niña pobre y usè como dos hojas del centro de mi cuaderno mas bonito, la ùltima hoja, me quedò en blanco y coloquè mi nombre con letras grandes. La carta se perdiò misteriosamente y solo le llegò la hoja en blanco con mi nombre. El esperaba esa carta para saber còmo estaban todos durante esa ausencia y su decepciòn fuè tan grande que nunca me perdonò. Asì se abrìò la brecha y la distancia que hasta hoy nos separa. No importa, los hermanos siempre se odian hasta que estan viejos, y ese es su caso, ya esta viejo y alejado de la familia por ese concepto de hombre de mundo, exitoso,solitario y sin edad. Recuerdo un dìa que estàbamos limpiando el apartamento y yo pasaba un coleto por el piso y me dijo: "anda esclava, trabaja" y yo que siempre fuì medio "atravezada" volteè el coleto y se lo puse en la cara, màs indignaciòn no cabìa en su pecho, pero mis amigas me salvaron, lo abrazaron y lo consolaron... todas mis amigas estaban enamoradas de mi hermano, cosa por demàs molesta, pues "el amor y el interès se fueron al campo un dia y màs pudo el interès que el amor que le tenìan", las amigas lo botaban al cuarto año de amores y el les daba todo lo que a mi me hubiera gustado que me diera alguno de mis pretendientes, que en general no llegaban a los cuatro meses de amores, cosa que a mi hermano indignaba enormemente,pues una muchacha decente no anda besando sapos a ver si son o no prìncipes azules,y mi desobediencia a todos sus consejos, mi modo de vestir con su ropa y sus zapatos viejos, mi pelo desordenado, crespo y rebelde, mi manera descomplicada de vivir y esa falta de "aspiraciones" le resultan supremamente antipàtica. No importa. En Navidad nos abrazamos y compartimos la mesa, los regalos, en familia, lo esperamos todos los años para escuchar sus historias por demàs fantàsticas, para ver cuanto han crecido los sobrinos que son unos cuantos y èl disfruta observando que ya no soy una "mal vestida", que tengo un buen esposo, una familia, y sabe que en cualquier momento estamos aqui para atenderlo lo mejor posible. |