(Dedicado a Ultimo Resorte, Solidarkia, SF Punk y a mi compadre TR, con el que crecimos en este movimiento)

Mi cohesión con el movimiento punk es más que mis botas militares y mi chaqueta de cuero, es más, lo valoro más que a mi título de profesor y de licenciado en educación. Mi cohesión con el movimiento punk no se trata de un apego a politiquerías baratas ni a discursos medianamente libertarios, a consignas ni a chapas. Algún día si fui abanderado, pero nunca hice nada más de lo que he hecho hasta ahora. Bandas como Último Resorte, Piorreah, La banda Trapera del río, entre otras, me han llevado mentalmente a un viaje a la esencia del punk, como forma, como actitud, sobre todo Último Resorte. Sucede con esta banda que me di cuenta que no se necesitaban banderas para escupir al sistema, que el punk iba más allá de eso, de las formas que le había dado la industria, los grandes conciertos, los Viñarock, el prototipo de punk que se oye ahora, ‘’anarco punk’’, que hasta tiene sus propias reglas según los diosecillos de los fanzines y esas cosas. Me di cuenta que el punk va más allá de cualquier ideología y de cualquier bandera, aunque sea negra.

Me tomo el tiempo día a día de reflexionar un poco sobre la consecuencia entre mis discursos y mis acciones, entre las palabras y las cosas (diría Foucault), y a veces siento rabia de la inconsecuencia propia en modos de actuar y en formas de decir. Es un amor a este movimiento, y veo que aunque creamos que no hacemos nada en conjunto por cambiar las cosas, por mejorar el mundo, realmente si lo hacemos. Formamos una mancha burda en el paisaje urbano, de apariencias soberbias, de desfiles de moda, de bailes y pachangas, somos como una pieza que no encaja, hacemos cosas que no encajan, que no calzan con lo moralmente aceptable o con las costumbres y tradiciones con que nos trataron de educar nuestras familias, somos una mancha asquerosa aparentemente, pero sustancialmente es hermoso, es hermoso despertar y pensar ‘’soy un punk de mierda’’, y es que ya no me imagino de otro manera, cantando otras cosas, no…ni cagando.

Me da gusto saber que tengo una banda cuyos integrantes no son ‘’punks’’ pero sin embargo, jamás hemos propuesto otro ‘’estilo’’ musical, y nos hemos mantenido en el subterráneo siempre, y pasan los años y aún seguimos, y espero que sigamos mucho más. Pero es bueno subirse a un escenario y entregar fuerza, potencia, energía, rabia, con un cariño tremendo al hacerlo, y ver que la gente acoge la propuesta porque lo hacemos en serio, y lo hacemos de corazón, es un gusto sentir y saber que vamos bien, aunque no veamos ni un peso por lo general, o aunque gastemos más de lo que nos puedan ofrecer, eso es hacer las cosas de corazón, y no por costumbre, o porque tengamos una banda y necesitemos tocar. Nunca hemos querido ser mejores que nadie y ese es otro buen punto para hacer las cosas realmente bien.

Siento que el punk llena mi vida, en lo que escribo, poesías, canciones, ensayos, etc., en lo que pienso, en lo que hago, en lo que creo, siento que el punk más que un simple concepto es una cosmovisión, una fuerza metafísica, un constante vómito social.

A modo personal no me gusta el hardcore, ni el ska, ni el oi, pero tampoco me desagradan. Si hay una cosa que me desagrada: la pachanga punk, la cumbia punk… me desagrada y me da una pena tremenda saber que muchos punks la validan, y que ahora se toque en las tocatas, y que se baile…y ver a todos los punks bailando, como si fuera lo más normal del mundo. Me da una pena tremenda que se pierda la esencia y que valoren tan poco el movimiento, que digan ¡que tiene, si es pa pasarla bien nomas!...no somos parte de un movimiento de discoteca y no estoy dispuesto a aceptar que un montón de idiotas venga a instaurarse con sus ritmos cumbiancheros y decir que hacen punk.

Mi cohesión con este movimiento es más que escuchar punk rock y que pararme una cresta…y todos esos que dicen que el punk murió…pues que se vayan a la misma mierda