ARCO IRIS
Un día la seño les dijo a sus alumnos:
— Pónganse los oídos para escuchar cuentos, porque les leeré uno.—
Quedaron felices de escuchar historias de hadas y sueños que se hacían realidad.
Yasmín, esa noche, no se quitó los oídos de leer cuentos y al dormirse, un colibrí le habló.
Le dijo que en un lugar de sus sueños había escondido un arco iris encantado. Que lo buscara, pero que no fuera sola. Que llevara sus amigos y que su mariposa amiga les había hecho cosquillas en el corazón para que soñaran junto a ella.
Así fue que se encontraron y juntos buscaron el arco iris. Lo encontraron, detrás de una nube de margaritas.
No era un arco iris cualquiera, era mágico. Tenía el poder de cambiar de color a cada niño, según dónde pisara.
Entonces un niño blanco se volvió azul, una niña morena se puso colorada y otra: rosa. Fue gracioso cuando algunos se pusieron verdes y se tiraron al piso de algodón diciendo:
— ¡somos el pasto!—
El arco iris parecía un almohadón de espuma y los niños se sentían libres y felices. A nadie le importaba de qué color era.
Cuando llegaron al final del camino, todos volvieron a ser como eran, morenos, rubios, pelirrojos, negros, blancos. Pero algo había cambiado en ellos.
Yasmín supo darse cuenta: ahora todos sabían que podían ser diferentes por fuera, pero por dentro, en su corazón, eran todos iguales. Si el color cambiaba sería porque estaban pisando un lugar diferente del arco iris, y que todos eran igual de importantes.
Al otro día, cuando se encontraron en el aula y la seño les dijo:
— pónganse los oídos de escuchar cuentos que les leeré una historia.—, sonrieron.
Todos se miraron y vieron una chispa de luz que jugaba entre ellos, se tomaron de las manos y le dijeron a la seño que esta vez el cuento lo contarían ellos. Y le hablaron de la magia de parecer distintos y de saber que eran iguales.
P.D.:
Dedicado a una niña Marroquí que vive en España y a todas las personas que se sienten discriminadas. Esa niña cuando su seño le leyó la parte III del hada de colores, le dijo:
— Es cierto seño, todos necesitamos amor por igual.—
En ese momento ella se convirtió en maestra de muchos.
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