El niño de luz del jardín del hada de colores estaba asustado.
Su rosa, donde él descansaba por las noches, estaba perdiendo los colores, de a poco y con cada gota de rocío que caía se ponía más pálida.
_¿qué estará sucediendo?, pensó en voz alta justo que pasaba el colibrí.
Sofía, hacía bastante no visitaba el lugar porque entre, Joaquín, su rozagante hermanito, Papá Noel, los Reyes Magos y tantas cosas fascinantes para ella como la Navidad, dormía tan profundamente que hasta sus ojos de leer cuentos agotados no soñaban.
El colibrí y su mariposa pensaron que el niño de luz tenía razón en preocuparse porque veían como de a poco la rosa empalidecía más y más, por eso decidieron como precaución no tocarla.
En realidad nadie tocaba mucho esa rosa porque era la morada del niño y temían molestarlo.
Así que charlaban con todas las flores, se posaban en cada una pero no en ella, sólo un saludo formal recibía la pobre.
El niño por la noche llegaba tan cansado que sólo posaba su cabeza en el pétalo más escondido y se dormía.
Una noche que aspiró como siempre profundamente antes de dormir para sentir todo su perfume, se dio cuenta que no sólo perdía color sino que su aroma tan intenso y agradable estaba desapareciendo.
_Por favor, llamen al hada!
Esa noche el colibrí logró entrar al sueño de Sofía y le susurró al oído, _ve a tu jardín, te necesitan!.
Por suerte los ojos de leer cuentos no estaban tan cansados y pudieron soñar y Sofi llegó a su jardín.
Cuando le contaron que pasaba y comprobar que la rosa parecía muy enferma, se puso algo triste porque no sabía que hacer.
La sabia mariposa, como siempre, la ayudó a pensar, le dijo:
_piensa en la rosa como si fueras tú, ella siente como tú.
Entonces pensó porqué ella se dormía tan feliz y crecía sana y con colores rozagantes, era por el amor de sus padres, de su hermano, por las caricias y los mimos que la hacían sentir segura, querida y protegida.
Pidió atención a todos en su jardín y les dijo:
A partir de hoy, nadie tendrá miedo de tocar la rosa, tratenla como a las demás, no por ser diferente necesita menos amor y atención.
Así lo hicieron y desde ése día, con cada caricia de las mariposas, con cada roce de los colibríes, con cada salto del niño de luz al jugar en sus pétalos, fue recuperando la alegría y con ella los colores tan brillantes y el perfume tan intenso que la hacía especial.
Ahora en el jardín del hada de colores saben que todos necesitan amor por igual, que aunque esta rosa parecía especial, lo que verdaderamente la hacía fuerte y hermosa era el amor, porque el amor es lo que hace que veamos especial cada cosa.
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