Sofía siguió soñando y cada tanto visitaba su jardín ahora lleno de colores. En una ocasión en que los ojos para leer cuentos siguieron trabajando más allá de los sueños, el hada de colores descubrió con sorpresa que su lugar estaba oscuro, colorido pero oscuro.
Sólo se veía un pequeño resplandor asomando de una rosa.
Mientras tanto, Sofía, cuando no soñaba se dedicaba a mimar a su hermanito, Joaquín, al que amaba a pesar de que le parecía que ocupaba demasiada atención de los mayores.
Una noche regresó el colibrí y le dijo despacito, ve al lugar de tus sueños, algo mágico está por suceder.
_¡pero qué, que va a suceder dime!
_no, no puedo decírtelo, como todas las cosas mágicas, debes descubrirlo por ti misma. Luego se voló presuroso porque ya extrañaba a su mariposa que se había quedado charlando con las rosas.
Entonces, el hada de colores regresó a su lugar, para encontrarlo de nuevo oscuro y misterioso.
Empezó a recorrerlo y se acercó al sitio de donde provenía el extraño resplandor.
Al llegar se sorprendió, ya que de una rosa que era como el arco iris salían chispitas muy brillantes y se desprendían como gotitas de luz.
Sintió una suave brisa, era el aleteo de la mariposa que le dijo, mira bien, la magia está en todos lados, esperando que los ojos de leer cuentos la descubran.
_¿mirar bien?, eso hago, sólo veo un poquito de luz en esta rosa multicolor.
_¿sólo un poquito de luz dices?, es que entonces no miras bien…otra cosa, recuerda que tienes tu varita.
_¿qué me quieres decir?
Pero la mariposa ya estaba lejos.
Al mirar mejor vio que la chispa de luz latía y con cada latido desprendía destellos fosforescentes, decidió acercarse más y sin querer tocó con su varita el pétalo de la rosa.
Entonces lo vio, estaba ahí, dormido un pequeño, pero muy pequeño, pequeñísimo bebé. Con su varita le tocó la frente y el niño despertó, se miraron sorprendidos y el hada le dijo:
_eres muy pequeño,¿ puedes hablar, sabes qué pasa con la luz?
El niño, le respondió:
-pues claro que lo sé, cómo no saberlo si soy el niño de luz de tu cuento, pasa que a veces debo dormir y entonces todo oscurece.
El hada pensó que hacer pero no se le ocurría, justo cuando estaba en eso, la mariposa se posó sobre la rosa y el colibrí hacía equilibrio en la punta de su varita mágica, la miró y le dijo, recuerda, la respuesta la tienes tú y se marchó.
Entonces de la punta de la varita salió un destello y lo supo, supo que hacer.
Pensó que mientras el durmiera, los destellos de su alma debían liberarse para dejar ver la luz y pensando esto lo tocó con su varita.
Desde entonces de día el niño ilumina todo y de noche, mientras duerme, salen a pasear los brillitos de su alma para iluminar el cielo con estrellas.
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