I
Quizás reconozca el fulgor de tu nombre,
nota tras nota,
escabullirse impertinente,
temerario acolito al compás,
del sofocante espíritu adolescente.
Derruye hoy mi día a día,
y mi mente,
mi mente,
mente
¿Dónde esta mi mente?
Talvez se esconda bajo la simple complejidad,
de tu bella y sucia,
escala de locuras melódicas.
Podría hacer esto todo el día,
agujerearme con tu música,
todo el día,
bien, eso quiero, si lo quiero,
solo agujerearme,
todo el maldito día.
Porque ya al final,
solo seré otro más,
otro mono más que se va al paraíso,
a ese inexistente firmamento,
opaca figura, sueño vespertino,
vaga imagen de ilusiones del hombre,
hombre….
y si el hombre es cinco,
entonces el diablo es seis,
pero…
¿Dios es siete? ¿Dios es…?
II
Quizás encuentre la icónica respuesta,
aguardando a la espera,
a hurtadillas,
tras la ilusoria seguridad,
que me brinda el viejo vagón,
cuasi derruido por el pasar del tiempo,
con su tacto frió de puta,
indiferente.
Aguardando a aquel,
que allí me deja tanto tiempo,
tanto tiempo,
aguardando, alterado,
a la frágil idea deslucida,
de su pronto arribo….Hey!!!
Observo aquella sombra creciente
en la temprana lejanía, si,
ahí viene nuestro hombre…
III
Pero no puedo, no puedo,
me voy, me voy,
pues, ya no se donde estoy,
ni donde quiero estar.
quizás el sutil crujir,
de tu extraña rima me guié legos,
de la opresora nebulosa,
de inquietante fluctuación,
de una enrarecida y creciente oscuridad,
que se cierne prepotente sobre el ondular,
de nuestras cabezas,
sobre la incongruencia de nuestro fatídico amar.
Por favor,
guíame lejos de aquí,
allí, allí,
a aquella isla,
de añoranzas y sueños perdidos.
Isla de encanta, allí,
donde no hay sufrimiento…
donde no hay sufrimiento.
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