tenía menos de quince años cuando la luz del nuevo día llegó a mi cuarto... abrí los ojos y supe que vivía, que todo estaba en su lugar... salté de la cama y busqué a mis padres... nada, nada, nada... mis padres no estaban... miré las cosas de la casa y noté que todo estaba fuera de su lugar, pero eran las mismas cosas... miré por la ventana y noté que estaba en un bello país, pues, había lagos y flores y niños y niñas y un Sol hermoso, con bosques y valles de arenas rojizas, con gente rosados cutis y blancos cabellos caminando como quien está libre de todo... mi casa estaba limpia y noté que todos me llamaban... quise salir pero noté que mi estaba desnudo... ¡sal!, gritaron todos... no sabía qué hacer, pero todos seguían gritando mi nombre y que salga de la casa... hasta el Sol me llamaba con sus rayos dorados, besando mi rostros y mis brazos... un viento sacudió mis cabellos, mis manos se alzaron como diciendo que esperasen... todo el bello pueblo me esperaba... me decidí y bajé de mi cuarto totalmente desnudo y apenas abrí las puerta, me desmayé, y no supe por qué... cuando abrí los ojos, estaba en mi cama, mi madre y mis hermanos me miraban como si estuviera enfermo... quise levantarme, pero recordé que mis piernas estaban muertas... sudaba a chorros, pero no estaba con fiebre... miré a mi familia y supe que debía volver a mi verdad, aquella en donde estaba feliz, sin nadie mas que la dicha flotando por todos lados... cerré los ojos y no quise despertar nunca jamás... |