Ordinaria…
Ella era tan simple como un vaso de agua, no era tan bonita pero agradaba a los hombres gracias a su cuerpo de diosa griega. Le agradaba mucho sentir las miradas lascivas de los hombres. Saber que con el pensamiento podía acostarse con el que quisiera sin importar su estado civil. Estar con uno, pensar en el vecino y así. Estudiaba algo en la universidad no le interesaba mucho su meta no era lo que “normalmente” la gente piensa al estar ahí. Su meta era la atención de todos, sentir que hasta el hombre de negocios más snob perdía la calma en algún momento. Si un hombre le llegaba a decir -hago lo que sea por ti- vaya que lo tomaba literalmente. No pedía mucho en realidad solo una simple fijación personal cada amante en la intimidad debía vestirse de mujer actuar para ella al ritmo de música instrumental algo estruendosa y sublime. Al principio se negaban a tan bizarra petición pero por hechizo sucumbían a su capricho. Vale recalcar que jamás se enamoraba, si alguno lo hacía de ella, cortaba enseguida todo contacto. La conocí y después de escuchar su historia al son de una música de salsa vieja muy común en los burdeles saque mi conclusión, para mí es una mujer ordinaria como cualquier otra. Es solo q las otras ni a los maridos, amantes o novios les confiesan aquellas fantasías de ninfómana, de gata salida, de mujer que quiere despertar la pasión más sucia, lo cual es antinatural. Ordinaria se volvió mi amiga su vida no ha sido fácil eso sí pero ¿la de quien lo es? su modo de vivir, la profesión más vieja del mundo. Sale todos los días de su casa fingiendo que estudia como muchos y se enrumba a vivir su vida, su gloria y condena y de usar y que la usen. Lástima que no le gusten las mujeres, lo experimente ante su frialdad de sus gestos faciales el día que me atreví a rozar sus labios con mi boca, pero su forma sutil de rechazarme me gusto aun mas. Aunque se entrega a su instinto es sensible a su manera y su forma simple de ver las cosas con tal naturalidad. Un día me invito a comer helado yo recelosa mire al helado de la manera en que se mira a un enemigo que conspira en tu contra, ella lo devoro y me dijo que ella prefería morir obesa a privarse de sentir ese gusto. Su respuesta basto. Pero aunque nos llevábamos bien no la soportaba a veces y si me negaba a verla poniendo toda clase de excusas ridículas ella aparecía tan campante como si no hubiera escuchado las explicaciones de mi madre al teléfono. Jamás se me ocurrió presentarle a algún novio de turno sabía exactamente que ella erizaría la piel del susodicho con decirle –hola- con aquella voz de sheebae.
Llegue a odiar su doble vida, la manera tan suelta que le coqueteaba a los hombres, el hecho de que apenas pisaba la calle andaba con libertad, y era más ordinaria que nunca. Muchas veces sentí el deseo de correr de chismosa con su religiosa madre y su estoico además ausente padre pero no serviría de nada pues al mismo tiempo le tenía afecto así fuera la más perra de las mujeres. ¿Qué me pasaba? ¿Qué diablos me pasaba? No lo quería reconocer al principio ahora con el tiempo puedo decir que también caí ante ella, la quería pero no solo por poseerla como en alguna de mis fantasías en la soledad de mi cuarto. Nadie conocía su lado bueno, su lado vulnerable. Yo sí. Ella quería lo que todos queremos amor, comprensión. quería, anhelaba, pero no hacía nada por conseguirlo en realidad.
En muchas ocasiones durante esas largas conversaciones trate de convencerla que inicie otro tipo de vida y me dijo que es la única vida que conoce. Que aunque deseaba amor de verdad no podía evitar sentir esa necesidad de diablesa. Paso lo que tenía que pasar, no aguante mas y le dije lo que sentía aunque eso implicaba que ordinaria me alejaría de su vida. Al escuchar mis precipitadas palabras que salían no sé de donde solo se paró de la mesa del café y no volví a saber de ella, la busque me dijeron que se fue de viaje, nadie sabía donde exactamente. Hasta ahora que nos encontramos en el mismo café que solíamos ir. Me acerque a saludarla y aunque su aspecto físico no ha cambiado excepto por unas arrugas naturales marca de que el tiempo pasa, fue como saludar a un extraño ya no era ordinaria aquella loca que reía escandalosamente y cantaba canciones viejas mientras peinaba su largo cabello castaño ahora era una mujer establecida y casada. Lo más predecible, yo me imaginaba que se había conseguido un viejo rico lo enveneno y se quedo con su fortuna, mi cabeza imaginaba cada estupidez novelesca. No le pedí explicaciones de por qué se fue así por que a estas alturas de mi vida no me interesa esa mujer. Prefiero recordarla como la ordinaria de la cual me enamore en una época en que creía en ideales y que el amor aunque fuera lésbico no es una aberración.
|