HISTORIA DE UN SUEÑO… O DE UNA GOTA DE ROCÍO
Se había elevado grácil y diáfana, desde un asustador remolino de barro y hollín, y
por su voluntad inquebrantable, había tocado la gloria.
De sobra sabía que era una gran artista. Así la reconocía la luna, que empolvaba
sus mejillas y ataba con esmero sus zapatillas de baile, para la última gala de la
noche.
Y no era por simple casualidad que el sol, celoso de su belleza, fruncía el ceño y
apagaba subrepticiamente las luces del teatro. Casi siempre quería opacar su
actuación, aunque a veces arrepentido, cosía puntillas de oro en el borde de su
escote.
Entonces su carita tersa se iluminaba con siete colores, y moviéndose con sensual
sutileza, ejecutaba su arte sobre el verde escenario.
Al terminar su sinfonía, el murmullo de aprobación del público se elevaba cada vez
más fuerte, y los aplausos se repetían una y otra vez, hasta que ella emocionada,
elevaba sus brazos y comenzaba nuevamente. Los que la miraban y admiraban
llegaban al éxtasis ante tanta perfección…..Pero llegó una vez, en que mientras
se bebía el aire del universo con cada giro intachable y sus pies alados eran
partículas de ese mismo aire, el público, su público, olvidándose de su actriz, se
levantó atropelladamente de sus asientos y tanto niños como jóvenes y ancianos,
corrieron en grupos desordenados chocando entre sí, en una huída sin sentido.
Quedó sola.
Sola y sin amparo en medio del silencio augurador de catástrofes.
No más luces de siete colores, no más aplausos, no más sueños.
El monstruo se acercaba con sus fauces abiertas y diabólicas. En la primera
arremetida con un manotazo, le arrancó su vestido plateado. Los velos de su
falda comenzaron a desgarrarse sin ruido.
Temblaba llevada en espirales desconocidos; desnuda y avergonzada.
Y en el momento que las garras oscuras casi alcanzaban su cuello, se
decidió…..abrió su mano, y de un solo salto se lanzó al abismo.
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