Estoy triste pues pienso que mi señora está insatisfecha con la vida, a cambio yo le quiero dar todo. Pero ha padecido mucho sufrimiento y le cuesta aceptar las reglas. Ella, del disgusto, al enterarse que su marido había muerto en un accidente, perdió a un hijo que llevaba en la panza. Pero además cuando era muy joven tuvo que presenciar la muerte de su mascota, que no era precisamente un perro, sino un caballo; ser al que más amó intensamente entre todos los mortales. Doble desdicha.
Yo primero fui su amigo, más bien el de su marido, con quien eramos inseparables, socios, pero al quedar sola me acerque para ayudarla, quedando atrapado en un amor para siempre.
Yo nunca le pedí a nadie que sea mi amigo, pues siempre esas cosas no hacen falta mensionarlas, todo ocurre con naturalidad, te quedas pegado cual si intermediase un imán, pero ahora voy por la calle inscribiendo gente para el concurso que comienza. Es porque quiero que mi señora sea feliz, comiendo, conociendo personas, no quiero ser el único que siempre este a su lado, quiero que tenga una vida divertida.
Por mi parte al ser un perseguido por la justicia más injusta tuve que engordar veinte kilos y tocar los rasgos de mi fisonomía.
Es verano y hace mucho calor, entonces aprovecho para poner una manguera colgada del techo y así refrescar nuestros cuerpos.
Eligiendo como lugar el frente de la casa para cuando pase gente se detengan a mirar.
Mi esposa está a mi lado enfriando el cuerpo de esta manera en este lugar. Y yo la enjabono en la parte de los pechos haciendo saltar los pezones.
Hay mucha gente que nos está mirando, pronto tendremos un nuevo amigo.
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