Llevas guardado un beso en el cielo del paladar. Te preguntarás cómo llegó ahí. De tanto mirarte, de tanto soñarte, me transporté a una célula de tu piel. Aterricé en tu frente y apoyándome en tus cejas me deslicé por el suave tobogán de tu nariz. De una peca salté a otra y después a otra, rendí pleitesía a tus labios y me descolgué por la fina columna de tu cuello. En tu clavícula descansé para subir a la cima de tu pecho. Allí arriba huele a natillas de mi abuela, a bebé lactante, a piel dulce y no hubiese descendido, si no fuese por la curiosidad de visitar otros paisajes de tu cuerpo. Me perdí en las preciosas dunas de tu vientre, anduve por el borde de tu ombligo alcanzando las cataratas deL pubis. Rodeé tu cintura y me volví loco al deslizarme por el cuarto creciente de tu cadera. Abrazado a ella contemplé el paisaje de tus piernas, la isla de la rodilla, lo escondido de las corvas y el delta de tu tobillo desembocando en el pie. Volví a ascender por tu cara sur. Contemplando el paisaje lunar de tu espalda, me deleité con los mares de piel y bello como olas. Me colgué de tu melena aprovechando que te llega a los hombros y de un salto me pegué al lóbulo de tu oreja. ¡Perdóname! No pude evitarlo, le di un pequeño mordisco. Es una golosina.
A través del oído me metí en tu cabeza. Esta parte es la que más me gustó de aquel viaje. ¡No! No pienses que estuve cotilleando, no anduve registrando los recuerdos, ni pensamientos, nada de esperanzas, planes, expectativas, no intenté encontrar tu diario donde anotas los sentimientos más ocultos, y no es que no me tentara la idea; es que hubiese sido un asalto a mano armada, un robo a tu intimidad y me dio mucho pudor.
Exclusivamente me recreé en admirar tus espacios, objetos y manías favoritas. Las cosas que te gustan, que es una de tus partes, que más me enamoran;
Liar cigarrillos, que no sobre comida, una canción de Patty Pravo o acaso de Tory Amos, el ponche con coca cola y el cous-cous. Descubrí que eres tan guapa por dentro, como por fuera.
Aprovechando un río de saliva, me acerqué hasta tu boca y antes de irme, en el cielo de tu paladar te guardé un beso. Así, cuando pases la lengua por allí, algo te sabrá a mi.
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