El profesor Solano mira fijo a un alumno en especial, con sumo detenimiento que asusta, observa su nuca rosada en profundidad, con los colmillos soltando espuma de lobo rabioso.
No obstante el alumno está de cabeza agachada, muy concentrado en aprender la lección del día, aunque en realidad el joven se ve fatigado.
El profesor intuye que su pupilo ha concurrido al establecimiento algo drogado y entonces pronuncia insultos con destinatario incierto para ver si reacciona y así poder entrar en llano conflicto, pero ocurre que nadie se hace eco de la ofensa, tampoco el resto de la clase repara en su actitud incisiva; Solano habla solo en voz alta y se pasea por el frente con actitud arrogante.
Entonces arremete justamente observando con nitidez que en la yema de los dedos hay gran concentración de nicotina.
A decir verdad tiene grandes dudas, sentimientos muy encontrados producto de lo que planea realizar.
En efecto la clase está correcta por demás, concentrados en el estudio a plena normalidad. Pero le cuesta aceptar que alguien pueda presentarse de esa manera e insiste con ofrecer una lección de vida. Sacando rápidamente del bolsillo un rouge para los labios y procediendo a pintarse la boca completa. Más luego besa al alumno quien se queda como petrificado oficiando de verdadero espejo.
-La caché es al microprocesador de la placa madre como el apuntador al actor de teatro, dice el alumno contrariado, escuálido de semblante color nieve.
A partir de este hecho el resto de los compañeros comienza a reír a carcajadas y se aprestan a arrojar bollos de papel en forma de expresar la bronca, diciendo a coro: Puto, homosexual, por el traste te la dan.
En eso entra el director del establecimiento enterándose de lo sucedido, pero al no poder comprobar lo que esgrime Salerno, procede a sumariar al profesor, quien se retira por siempre sin dar mejores explicaciones.
Ahora el profesor Salerno camina por el medio de la calle, cuando de repente el alumno en cuestión lo alcanza con deseos de iniciarar una amistad duradera.