Tengo ganas de hacer el amor… pero, me escondo apenas veo a una linda mujer… Debe ser que soy muy tímido pero se los juro que no soy maricón… Me gusta el trabajo que tengo. Hago casi de todo. Desde barrer hasta la cobranza por la cosas que vende mi jefe. El jefe es un tipo muy malo, pero en el fondo es bueno. Me paga poco, pero, para lo que necesito es suficiente. Desde niño le conozco. Paraba buscando mujeres jóvenes y bellas, y también a los niños y muchachos abandonados y así me recogió a mí, aunque ya contaba con más de veinte años... Mi madre me cuidaba mucho pues mi padre la había abandonado desde antes que naciera yo. Nunca le conocí pero siento que es muy parecido a mí, pues mi madre es muy bonita y yo soy muy feo. Tan feo que me da vergüenza el día, pues todos me miran y se asustan y no sé en dónde enterrarme. Eso es así desde que tengo uso de razón. Mi pobre madre, sí, pobre, muy pobre… El jefe malo tuvo que ser… No sé qué le dijo pero me llevó y eso que ya contaba con más de veinte años. Nunca más la he vuelto a ver. Dicen que ya está con mis recuerdos, debe ser cierto, la veo y siempre está muy bonita… Una noche conocí a una amiga, era muy linda. Tenía cinco años mientras que yo contaba con quince. Me gustaba mucho, sobre todo cuando se besaba con un chico de once años, en la boca, como si fueran perros… Les miraba y algo dentro de mí se derretía… Una tarde nunca más volví a ver a la chica de cinco años. Aquella tarde fui a la iglesia a rezar y rezar… Lo juro que rezaba mucho, pidiendo volver a ver a la chica de cinco años, aunque sea besándose con el chico de once… En la vida uno tiene que decir la verdad, no es bueno mentir. A mi madre le juré que jamás volvería a mentir… Hago mi esfuerzo pero siempre caigo, siempre y siempre por la misma cosa… Tengo ganas de hacer el amor, pero, miro a mi entorno y tan solo veo recuerdos y recuerdos, sentando en la puerta de la iglesia, rezando y rezando parta volver a ver la belleza, aunque sea besándose con un chico de a once…
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