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30.
A UNA CHICA EN EL TREN
En las tardes tristes
tu cara segrega una paz infinita
Basta esta sola vez de tu rostro
para amar tu gesto de nostalgia.
No puedo jurarte un recuerdo para siempre.
Pero si olvido cómo y cuándo,
a veces ignoraré que esta sensación de piedad te pertenece.
Ante tu tristeza abierta y franca
mi rito de alegría se envenena.
suicidaré mi sonrisa y lloraré contigo
después de haber contado
los rostros del recuerdo que no pudieron hacerme
llorar.
Porque esta impotencia de tristeza
me aquieta las horas
como una manera de vivir de menos.
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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Texto agregado el 20-10-2010, y leído por 90
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